El dueño de dos talleres, tras la agresión de un perito: “Nos sentimos estafados y desprotegidos ante los peritos, imponen los precios y materiales”
El propietario de dos talleres en Granollers cuenta en primera persona la agresión que sufrió de un perito este verano en la puerta de su propio local. Pero también reflexiona sobre la posición de algunos peritos en el día a día del taller.
“Tengo pánico de que cualquier día suba a un coche y me atropelle, porque sigue trabajando cinco calles más arriba”. Así de dramático es el discurso del propietario de dos talleres mecánicos en Granollers (Barcelona), que resultó herido tras sufrir una agresión este verano por parte de un perito, tras negarle éste último la reparación del vehículo de un cliente. Un caso particular aplicable al colectivo y que ha relatado en un vídeo para Vagindauto: “La situación se repite en todos los talleres, nos sentimos estafados y desprotegidos ante los peritos”.
Todo comenzó cuando un amigo, cliente habitual, del propietario le trajo el coche de su hija para valorar un daño que le habían hecho. El perito en un primer análisis visual expuso que se trataba de un coche antiguo, con varias abolladuras y que habría que tener cuidado, porque si no sería siniestro.
“El perito vino a hacer su trabajo y peritar, pero la valoración era ficticia, no había ningún baremo de los que hoy se trabajan como Audatex, GT Estimate… ‘Con esos precios no se puede trabajar, es imposible llegar a cubrir gastos”, le expuse. Yo pensaba que era amigo y me estaba echando una mano cuando me dijo: “Vamos a a hacer una cosa, haz tú el presupuesto y se lo pasas al cliente y si te lo aceptan, pues asunto arreglado”.
La sorpresa llegó cuando el perito le comunicó al cliente que el taller del herido no atendía a razones ni quería negociar nada. Ante esta tesitura, el mecánico se quedó un tanto perplejo, pues no le encajaba la versión del perito con la del cliente. Por ello, “le llamé y le dije que no entendía qué estaba pasando, pero me colgó diciéndome que estaba de vacaciones con sus hijos”.
A la semana, el perito regresó al taller para valorar otro coche con un cliente. La víctima y al alimón dueño del taller, en la puerta de su negocio, le pidió hacer un aparte los dos solos para solucionar el conflicto anterior. El perito se justificó en que los talleres colaboradores lo hacen con ese precio, a lo que el propietario del taller le respondió: “Me estás jodiendo, me estás quitando el pan de mi hijo”.
Entonces, según el herido, “se giró enloquecido sin mediar palabra y me dio un empujón, rápidamente me empezó a dar puñetazos hasta tirarme en el suelo, caí noqueado, me pateó y porque le agarraron tras caerse al suelo en el impulso para seguir pateándome, si no me pisa la cabeza y, probablemente, no estará aquí para contarlo”.
“A partir de ahí, sí que hubo faltas de respeto por parte de los dos, pero nunca antes por mi parte”, reconoce el responsable del taller aludiendo a que “tampoco ha habido una disculpa o un arrepentimiento después, ni ese mismo día ni más adelante”.
El perito pertenece "a un gabinete de una gran compañía" y, tras lo sucedido, su jefe acudió al día siguiente tratando de “quitar hierro al asunto primero y luego diciendo que me estaba equivocando al denunciar los hechos”, aunque justo antes del juicio sí trató de “limar asperezas, pero, claro, un año más tarde no es el momento ya”.
La “ley” de los peritos
La víctima, que posee dos talleres uno de chapa y pintura y otro de electromecánica en Granollers, necesitó de collarín, medicación inyectada y fisioterapia para tratar la espalda, motivo por el que se ausentó un tiempo de su puesto de trabajo. La realidad del perito es que, sin embargo, él sí continúa ejerciendo en un taller de cinco naves más arriba.
Tras presentar las grabaciones de las cámaras de seguridad y los testimonios de diversos testigos, la sentencia le ha sido favorable, ya que el perito ha sido sancionado por un delito leve de lesiones, además de ser obligado a pagar una indemnización por los días de baja y diversos perjuicios.
Por último, la víctima quiere aprovechar su caso para “alzar la voz sobre una situación laboral que tenemos todos los talleres en la que nos sentimos estafados y desprotegidos ante los peritos, porque imponen su ley en cuanto a los precios y los materiales de todo, siempre además siendo un perjuicio para el cliente, un tercero en discordia", concluye.
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