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Humo blanco denso por el tubo de escape, la pista para el mecánico de una avería costosa

Race señala que esta emisión indica que el coche está perdiendo refrigerante y puede ocasionar serios problemas en el motor.

Redacción

20 de mayo 2020 - 16:58

El color del humo que expulsa el tubo de escape es un indicativo para los profesionales del taller de los problemas que podría estar sufriendo el vehículo. A temperaturas frías, la emisión de humo blanco puede resultar normal, pero en estaciones más cálidas, y si el vapor sigue saliendo tras varios minutos, esto es señal de que el coche está perdiendo refrigerante.

Según Juan Manuel García Llorente, formador técnico del Race, el humo blanco es normal verlo cuando estamos en invierno, la temperatura es baja, y más si hemos dejado el coche en la calle aparcado. Pero en esta época del año, su emisión puede ser preocupante.

En condiciones normales, el automóvil genera humo blanco al arrancar el motor, que no suele ser muy denso, ya que la mecánica empieza a calentar y se evapora el agua acumulada en el tubo. Este humo es indicativo de avería si al cabo de cinco o diez minutos, no ha dejado de salir.

Si al humo se añade un olor a quemado, todo apunta a que se está filtrando agua por algún lugar, apuntando los expertos principalmente a problemas de la junta de la culata, de la culata o del bloque motor.

El propulsor de los vehículos se enfría al encontrarse rodeado de canales que contienen líquido refrigerante, que de filtrarse a la cámara de combustión del motor, se convierte en vapor. Tras producirse la explosión del cilindro por la compresión del aire y la gasolina, el agua pasa de ser líquida a gaseosa y sale por el tubo de escape que ocasiona estos problemas.

Este fallo puede derivar en una avería grave, ya que además de estar perdiendo refrigerante, el motor no se enfría adecuadamente y puede, incluso, dejar de funcionar. Los expertos de Race señalan que se trata de una de las averías más costosas, poniendo como ejemplos que la fisura de una junta de culata se sitúa en los 800 euros y una culata nueva puede alcanzar los 3.000 euros.

Los profesionales del taller se enfrentar a este tipo de reparaciones cuando los conductores no realizan un mantenimiento regular del vehículo y no se comprueban el estado del refrigerante ni sus niveles. En caso de encontrarse por debajo del límite, el motor sufre picos de temperatura que derivan en pequeñas dilataciones. Estos defectos son los que pueden causar fisuras en el interior, por las que se filtra el líquido refrigerante.

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