Frenos de tambor: claves de su revisión y mantenimiento
Sus propietarios no deben retrasar sus revisiones periódicas y mantenerlo en buenas condiciones, señala la iniciativa “Elige calidad, elige confianza”.
Aunque son mayoría los automóviles con frenos de disco, aún hay muchos vehículos antiguos y coches pequeños equipados con frenos de tambor en el eje trasero. Por ello, “Elige calidad, elige confianza” (ECEC), iniciativa formada por fabricantes de componentes de automoción de primer nivel, incide en la triple significación de llevar a cabo su correcta revisión y mantenimiento. No solo por la importancia que tiene en sí una adecuada frenada durante la conducción, sino por la antigüedad del vehículo que suele estar equipado con este tipo de freno, así como por la probabilidad de que los conductores retrasen la renovación de sus vehículos, dado el contexto económico generado por la emergencia sanitaria.
De media, la duración de los frenos de tambor traseros es de 80.000 kilómetros, aunque “Elige calidad, elige confianza” aconseja revisarlos cada 30.000 kilómetros. Además de atender al kilometraje, debe prestarse atención a ciertas señales de alerta, tales como que la carrera del pedal de freno sea más larga, lo que puede ser indicio de fugas o agarrotamiento en uno o los dos cilindros de rueda e, incluso, la avería del ajustador automático. También debe ponernos sobre aviso chirridos procedentes de la parte trasera, a causa del desgate del forro de la zapata, que provoca roce entre el metal y el tambor con el consecuente ruido y defecto en la frenada Otro indicio es el desvío en la trayectoria de la frenada por un funcionamiento incorrecto en uno de los frenos del eje.
Cuando se note alguno de estos síntomas, ECEC recomienda sustituir todos los elementos del freno de tambor (tambor, zapata, cilindro, tensor, muelles y seguros), aunque los diferentes elementos tengan distinta durabilidad. Igualmente, considera importante impregnar una grasa especial de frenos en las partes móviles.
Si en una revisión en el taller se observa un tambor oxidado, o que presenta grietas, surcos o rayados, es señal de un deterioro que impedirá una frenada eficaz. Así, el freno de tambor debe sustituirse cuando esté deformado, con ranuras profundas o cuando su diámetro interno esté cercano al máximo indicado por el fabricante. También es determinante un correcto estado de las zapatas que, junto con el tambor, realizan todo el esfuerzo de frenado, y especialmente en el freno de estacionamiento. El material de fricción de las zapatas debe cumplir con el Reglamento 90 de la legislación europea y ser respetuoso con el medio ambiente.
Para lograr una frenada eficaz y compensada, una vez sustituido el conjunto del freno de tambor, es necesario realizar un rodaje de asentamiento, evitando frenazos bruscos durante los primeros 200-500 kilómetros.
Novedades destacadas