Cómo planificar mis vídeos corporativos: 10 errores comunes a evitar
Producción audiovisual
La cultura audiovisual es abrumadora en una sociedad cada vez menos acostumbrada a leer. El consumo de vídeo se ha disparado gracias a internet, la mejora de la conectividad y la popularización de dispositivos móviles. Casi cualquiera es capaz de grabar y editar un vídeo. Un simple smartphone permite producir todo el proceso con resolución 4K.
Puesto que un vídeo lo puede hacer casi cualquiera, disponer de un vídeo corporativo, en principio, está al alcance de cualquier bolsillo.
De todos es sabido que un vídeo corporativo es ideal para transmitir confianza a tus clientes y para explicar los argumentos de venta de tus productos y servicios. Asimismo, es un formato de contenido perfecto para hacer branding, es decir, para potenciar y dar volumen a tu marca. Incluso los hay que consiguen ventas directas incluyendo un "call to action" a su finalización.
Sin embargo, para que tus vídeos corporativos cumplan su cometido y no perder tiempo y dinero, hay que ser consciente de los errores que suelen cometerse. Estos son sin duda algunos de los más frecuentes:
1. Encargárselo a amiguetes o hacerse un Juan Palomo
En realidad, el vídeo es un producto informativo. No se trata de rodar imágenes para luego editarlas y que quede más o menos chulo. Los buenos vídeos corporativos son los que convencen gracias a un plan previamente trazado. Y hacer un buen guión, coherente con los objetivos de la empresa u organización, no está al alcance de cualquiera que maneje una videocámara y tenga más o menos nociones de montaje. Lo barato te puede hacer perder tiempo y dinero, cuando no perjudicarte. También hay quien se hace un Juan Palomo y decide ponerse manos a la obra mientras deja de hacer las cosas por las que realmente le pagan, obviando así el coste real en que está incurriendo. ¡El tiempo es dinero!
2. Confiar tu vídeo a creadores de fuegos de artificio
Un vídeo corporativo puede ser tan creativo como inútil. Deberías descartar contratar a productoras audiovisuales (da igual que sean low cost o high cost) meramente enfocadas en la resolución técnica y con escasos conocimientos de cómo funciona la comunicación y la publicidad. En caso de que el contenido sea muy especializado o se dirija a clientes profesionales (B2B), deberías confiar en especialistas que sepan de lo que hablan y conozcan los códigos de tu sector.
Los drones, las animaciones y los recursos de postproducción mejoran el resultado final y suben el coste, pero deben estar siempre al servicio de una idea, de un guión que convenza y genere confianza. Para evitar caer en meros fuegos de artificio, mecánicos y fugaces, revisa los últimos trabajos de esa productora. Si lo que comunican no lo entiendes bien o no te llega a convencer del todo, es muy probable que debas decantarte por otras opciones para no tirar el dinero (al menos, si lo que buscas son resultados y no solamente impresionar a tu jefe con producciones pintonas)
3. No pensar en la difusión de tu vídeo corporativo
“Tengo un gran vídeo pero no lo ha visto ni Perry”, nos reconocía un cliente. Lo importante no es tener un vídeo corporativo, sino que realmente impacte en tu público objetivo (B2B o B2C). Cuando manejes el presupuesto de la acción, planifica de primeras su distribución. Como acciones básicas, debes contemplar su inclusión (y posicionamiento) en YouTube. Si está bien enfocado y no existe gran competencia en esas palabras clave, por sí solo te puede hacer salir en la primera página de las búsquedas en Google. Sí o sí debería estar en la página principal de tu web y ser difundido en un boletín electrónico (si lo tienes).
Compártelo en tus redes sociales. Una pequeña campaña publicitaria en Facebook o Google/YouTube hará posible que tu vídeo llegue como mínimo a todos tus seguidores.
Una buena opción es llegar a acuerdos con páginas web que lleguen a tu público objetivo para que incluyan tu vídeo corporativo y lo promocionen tanto en su página como en sus newsletters. También en su canal de YouTube y el resto de sus redes sociales. Existe vida más allá del tradicional banner como material publicitario. Una de esas vías alternativas es el vídeo.
4. El vídeo corporativo como resumen
Es un error muy frecuente caer en la tentación de querer contarlo todo y con todo lujo de detalles. Como regla general, un vídeo corporativo no debería durar más de 3 minutos. Y ya me parece mucho. Tanto si lo utilizas para hacer presentaciones de tu empresa en vivo como si lo quieres difundir en Internet, dos minutos deberían ser suficientes para crear buena impresión. Si lo quieres contar todo, mejor edita un folder o divulga esa información en formato texto y publícala en tu web. Por lo general, has de tener claro que aumentar el tiempo de duración subirá tu coste y encima hará el vídeo menos interesante.
5. Estructurar mal el guión
Como norma general, arrancar un vídeo con la historia de una empresa -salvo que se pretenda rendir homenaje a sus fundadores- no es buena idea. El vídeo debe “vender” o conseguir su objetivo, sea el que sea, desde el primer segundo. Y sobre todo debe mirar al presente y al futuro. Explica antes que nada lo que haces y en lo que te diferencias -ve al grano- antes de que el espectador empiece a dar cabezadas. Hay que ser consciente de que lo que para ti es apasionante a otros les puede parecer más coñazo que si les enseñas las fotos del verano.
6. Acudir a una feria con un vídeo locutado
Cada vez es más frecuente la proyección de vídeo en ferias y eventos. Si piensas utilizar el vídeo en eventos, es conveniente que las ideas a transmitir vayan en rótulos. La música y, sobre todo la locución sólo incrementarán el ruido en tu stand sin que se comprenda bien su contenido. Por lo general, las ideas clave quedan mejor grabadas en el cerebro si se muestran escritas de forma concisa. Ocurre lo mismo en el ecosistema de las redes sociales: ten en cuenta que muchos usuarios navegan por su timeline con el audio desactivado.
7. No dimensionar la acción
“¿Quiero un vídeo? ¿Cuánto cuesta?” Así comienzan muchas conversaciones con clientes, lo cual es tan absurdo como acudir a un consultor inmobiliario y soltarle de primeras “quiero una casa; ¿cuánto me cuesta?” O a un vendedor de coches “quiero un coche; ¿cuánto vale?”.
Salvo que desees perder tu precioso tiempo, no puedes pedir presupuesto a una productora sin aportar alguna referencia, aunque sea aproximada, del dinero que puedes invertir en la acción. Cualquier productora audiovisual seria usará esa información para ofrecerte una solución tan viable como compatible con tus necesidades.
Pide presupuesto a varias productoras aportando además un briefing con las instrucciones que inicialmente consideras importantes para tu/s vídeo/s. Si además tienes en mente algún vídeo que te gusta hazlo saber. Haber reflexionado previamente sobre el proyecto que quieres para tu organización te ayudará a no perderte en proyectos irrealizables.
8. Tener una idea muy cerrada y no contrastarla con especialistas que la mejoren
“Soy Spielberg, limítate a plasmar mi idea”. Salvo contadas y honrosas excepciones, lo normal es que no dispongas de los conocimientos audiovisuales necesarios como para prescindir de todo asesoramiento y presentar una idea inicial muy cerrada a la productora audiovisual que ejecutará tus vídeos corporativos.
Es bueno tener ideas claras, sin duda, pero también es absurdo perder de primeras el potencial enriquecedor que supone escuchar la opinión de un experto en comunicación audiovisual. Lo normal es que te ayude a mejorar el proyecto, evitando, si es necesario, costes superfluos. Tú siempre tendrás la última palabra.
9. Querer crear un “vídeo viral”
Lo ideal sería que gastaras poco dinero y la gente ayudara a “viralizar” gratis tus vídeos en las redes sociales, pero resulta que ni las redes sociales tienen el impacto orgánico de antaño (tendrás las visualizaciones que te permita tu chequera), ni es probable que vayas a arriesgarte con las creaciones como para poder tener hoy un efecto viralizador masivo. Todo está ya muy visto, incluso lo políticamente incorrecto, y para tener éxito hay que estar determinado a llegar muy lejos.
Resumiendo, aún es posible hacer un vídeo viral, pero a un coste muy superior y asumiendo más riesgos. Mi consejo: en lugar de pensar en un “vídeo viral” piensa en un “vídeo interesante”, toda vez que si aporta valor a tu audiencia tendrá más papeletas para ser un éxito y conseguir su interacción.
Por poner un ejemplo, Smaver ha creado los brand games: la marca transmite aquello que quiere comunicar haciéndolo interesante y atractivo para el usuario. Esta idea original de Smaver capta los valores de la empresa y los transmite a través de un juego real. Las posibilidades son casi ilimitadas: pruebas de karts, carreras de caballos, pádel, partidas de mus... todos los deportes y juegos que se pueda imaginar.
10. Copiar lo que ya está muy visto
Al margen del presupuesto que tengas para tus vídeos corporativos, debes intentar ser original. Evita los caminos muy transitados y apuesta por encontrar tu propio tono. No hay nada peor que querer hacer una acción que ha dejado de estar de moda hace años por muy divertida que te parezca. O querer hacer ahora el vídeo del Banco de Sabadell -para entendernos, una entrevista con fondo negro-.
En definitiva, estos son 10 errores que suelen cometerse. En Smaver estamos a tu disposición para asesorarte sin compromiso, sean cuales sean tus necesidades de videocontenidos.
Recuerda que 9 de cada 10 vídeos fracasan por no haber planificado de arranque su difusión entre su público objetivo, ya sea B2B o B2C. Por ese motivo, dependiendo del proyecto, nos comprometemos por escrito al cumplimiento de un número de reproducciones. De esta manera, el cliente, más que un vídeo, compra una certeza cuyo coste puede medir.
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