Sistemas de aparcamiento asistido, sensores, cámaras traseras, relojes que aparcan el coche a distancia o tecnologías que buscan las mejores plazas son ya una realidad. ¿Y todo para qué? Aparcar continua siendo una de las maniobras más temidas porque delata a los buenos y malos conductores y son causa de parte de los pequeños golpes que obligan a pasar por el taller.
La aseguradora Direct Seguros ha realizado un estudio interno para descubrir las preferencias de los españoles a la hora de estacionar y dos de sus conclusiones son cuando menos llamativas. La primera es que el 30% de conductores españoles admite no saber aparcar y necesita más de una maniobra para hacerlo en línea. Pero lo que más llama la atención es una práctica común y que sorprende a nuestros vecinos europeos: aparcar de oído.
Según el estudio, uno de cada diez españoles admite aparcar a golpe de parachoques, incluso delante de otras personas. Y aunque pensemos que los hombres cuidan más del coche que las mujeres, son, sin embargo, los que más aparcan de oído, el 10% frente al 8% de mujeres.
A pesar de que Madrid y Barcelona sean las ciudades en las que es más difícil aparcar, son los valencianos los que más recurren a este método (20%), mientras que en el otro extremo están los gallegos (el 4%).
Es cierto que muchas veces aparcamos donde podemos, pero el 33% de los automovilistas prefiere aparcar en batería frente al 29% que opta por hacerlo en línea. Las mujeres son las que más deciden aparcar de esta forma (38%), frente al 29% que aparca en línea. Mientras, los hombres empatan en gustos con el 26%. Por zonas geográficas, los conductores de Castilla León son los que más estacionan en batería del país (el 57%) y los madrileños son los que menos lo hacen (el 25%).
¿Y quién no ha visto a su padre hacer esa maniobra maestra del brazo al asiento del copiloto, giro de cabeza y marcha atrás perfecta para clavar el coche? Según el estudio, a la hora de aparcar en línea, el 79% utiliza los espejos retrovisores mientras el 12% se decide por esta maniobra a una mano no apta para noveles.
