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El optimismo de un profesor de FP de automoción: "Hay mayor interés en los jóvenes, cerca de un 30% de los que han solicitado entrar no ha podido hacerlo”

"Mientras se demandan puestos concretos, como el de pintor y chapista, las posibilidades del mercado laboral se expanden y diversifican", comenta el profesor de FP en Monlau (Barcelona) en las páginas de La Vanguardia.

Alumnos de la escuela de FP de Monlau (Barcelona), durante una de las clases.
Alumnos de la escuela de FP de Monlau (Barcelona), durante una de las clases.

Se buscan mecánicos jóvenes. Como si fuera el anuncio de recompensa en el lejano Oeste. Pese a las demandas del sector, encontrar personal cualificado es cada vez más difícil; y, a la falta de relevo generacional, hay que sumarle otra cuestión ineludible: el incesante avance en materia de automoción. La Vanguardia ha analizado estos desafíos que plantean los paradigmas futuros de una profesión que, más allá de las expectativas de inserción laboral, nace de la vocación de sus profesionales.

Paradójicamente, los centros de formación cuentan con un gran número de alumnos cada año y se trata de una tendencia al alza. “Hay un mayor interés”, comenta Carlos Salazar, profesor y director del área de Automoción en el centro de Formación Profesional Monlau, en Barcelona. “No hemos podido cubrir la demanda de este año y cerca de un 30% de los que han solicitado entrar a la FP, no ha podido hacerlo”. Entonces, ¿por qué hay tantas plazas vacantes en los talleres?

El panorama actual podría resumirse de la siguiente manera: “Se junta la necesidad de técnicos, las nuevas tecnologías y que muchos talleres están en fase de reorganización de equipos por jubilaciones”, explica Salazar. Sin embargo, de los alumnos que obtienen su certificado, “no todos van directamente a trabajar a un taller”. En su lugar, muchos de ellos continúan estudiando: “Hay grados medios que pasan al grado superior; y grados superiores que continúan hacia las ingenierías, ya sea de automoción, mecánica o eléctrica”.

Además, las políticas de algunas empresas también juegan un papel crucial a la hora de determinar la cantidad de jóvenes profesionales que llegan a sus puertas. “La integración de un grado medio (quien termina con 18 años) es más difícil porque, por una cuestión de madurez, hay empresas que exigen el grado superior”. Y no podemos olvidar el nivel de especialización.

Cuando la diversificación de perfiles es un hándicap

“En este sector, la FP está invertida”, añade Salazar. “Hay muchos grados medios especializados (electromecánica de vehículos, embarcaciones, carrocería…) y sólo un grado superior, el de automoción”. De esta forma, salen diferentes perfiles: “Personal especializado en diagnosis de vehículos, de electrónica o de mecánica; asesores de servicio, comerciales; o expertos en producto”. Por consiguiente, las posibilidades del mercado laboral se expanden, mientras se demandan puestos concretos, como el de pintor y chapista.

Por otro lado, el panorama de la automoción se encuentra en un importante proceso de cambio, que afecta a la formación de estudiantes y a los requerimientos de las empresas. “Están ocurriendo mil cosas y se están rompiendo los paradigmas del vehículo tradicional”, argumenta el profesor. “Frente a la idea de propiedad, ahora el renting gana mucho protagonismo y hay estudios que dicen que sólo usamos el coche un 20% del tiempo que podríamos utilizarlo”.

“Luego, está la combustión: vamos hacia un vehículo que no contamine con los eléctricos, híbridos y de hidrógeno; e incluso podríamos hablar de la conducción autónoma o la irrupción del mercado asiático”, concluye. Se configura así un escenario que moldea las necesidades de los talleres. “En la formación, se están haciendo una serie de posgrados de complemento y cursos de especialización”; así como formación extracurricular no reglada para cubrir las demandas más actuales.

Nivel académico alto y más del 5% son mujeres

La formación está cambiando y los alumnos, también. “No hay muchas personas que digan ‘de mayor quiero ser administrativo’, pero esta rama sí es vocacional. Nuestros alumnos entran porque son amantes de los vehículos”, afirma el profesor.. Asimismo, en los últimos años se han empezado a romper algunas ideas tradicionalmente bien arraigadas.

Históricamente, se veía para alumnos que no querían estudiar el bachillerato o la carrera. Ahora tenemos que usar criterios de calificaciones para ver quién entra y hay un nivel académico bastante alto”. Por otro lado, el número de mujeres en las FP de mecánicas ya supera el 5%, “mucho para un sector que se entendía como masculino”. En palabras de Salazar, “uno entra en un taller hoy en día y parece un laboratorio, más que la imagen clásica de todo lleno de aceite y de grasa”.

Chapa y pintura, la más demandada... por las empresas

Una de las demandas más altas por parte de los talleres recae sobre la especialidad de chapa y pintura. Curiosamente, son pocos los alumnos que se decantan por esa vía.Carrocería está muy solicitada por las empresas, ahí se estudia todo lo relativo a reparación, metálica, plásticos y demás de la estructura del vehículo y pintura”, explica Salazar. Sin embargo, aclara, “es muy demandada por las empresas, pero no por los alumnos”.

Se trata de una vertiente aún más vocacional. En el caso de la electromecánica, “la variable de la habilidad manual es significativa, pero no importante. Todo está muy automatizado”. En cambio, en carrocería no sucede lo mismo. “Es un trabajo muy artesano y requiere de muchas horas de trabajo para ser un buen especialista”. Como vocación, “hay pocos alumnos que digan ‘a mí me gusta pintar coches’” y, por ese motivo, se trata del puesto más envejecido del sector.

Esta situación se trata de revertir mediante las orientaciones, tratando de informar al alumnado sobre sus posibilidades y ver en qué casos una persona podría tener un buen perfil para trabajar como pintor dentro de la mecánica de automoción.

Por último, Carlos Salazar pone de manifiesto uno de los reclamos incipientes de la enseñanza en el sector. “La formación tiene varias patas y todas deben estar alineadas: las familias, las escuelas, las administraciones públicas y las empresas. Y las cuatro tienen que luchar para que vaya bien”. En su lugar, las limitaciones actuales condicionan el futuro de los estudiantes.

“Las empresas fabricantes tienen una misión: colaborar a que la formación de los chicos que salen sea la mejor. Y para eso necesitamos su ayuda”, añade. Asimismo, hace un llamamiento a las Administraciones Públicas para que “desarrollen programas escuchando muy bien al sector, pero no desde la lejanía, sino de la mano de empresas y escuelas. Nosotros tenemos 40 años de experiencia en la automoción y nos gustaría que nos llamasen para ver qué falla y qué no”, concluye Salazar.

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