¿Reparar o cambiar?
En muchas ocasiones la sustitución de la pieza es innecesaria, pero no todas las partes son reparables.
La cultura del usar y tirar, básica en el capitalismo de consumo moderno, forma parte también del mundo del automóvil. La frase "por lo que te cuesta arreglarlo, te puedes compar uno nuevo" se usa tanto para piezas como para el vehículo completo. Sin embargo, en numerosas ocasiones la sustitución es innecesaria y recurrir a los servicios de un buen profesional del taller solventa el problema con un importante ahorro.
Eso sí, no todas las partes son reparables, ni ofrecen el mismo grado de garantía. Según el portal Autocasión, hay averías que exigen tanto trabajo manual que su coste supera el de la sustitución del elemento. En otras, la reparación no garantiza un resultado óptimo.
En el primer caso, se encuentran las relacionadas con la parte electrónica del vehículo. Componentes cuya reparación es complicada, y en muchos casos imposible, por lo que no queda más remedio que cambiar la parte completa. Además, la complejidad de la reparación implica un trabajo manual cuyo coste puede superar el de un elemento nuevo.
En cambio, en las partes relacionadas con el motor, el cambio de marchas y los trenes rodantes, de tipo mecánico, la reparación es más factible. Una excepción es el radiador, que una vez que presenta poros o fisuras resulta difícil devolverle la hermeticidad, por lo que la mayor parte de las veces hay que cambiarlo. Habida cuenta de que un fallo en el sistema de refrigeración y lubricación puede derivar en una grave avería del motor.
En el habitáculo, las piezas desgastadas también pueden repararse con facilidad, retapizando el volante o los asiento; de hecho, hay talleres especializados en tapizado y restauración de asientos.
En cuanto al exterior, los golpes de chapa, si no son muy fuertes, se pueden arreglar con masa de carrocero. Los paragolpes, al ser de plástico, tienen mal arreglo si se quiebran. Incluso los cristales rayados se pueden reparar si no están demasiado deteriorados. Por último, los faros amarillentos pueden recuperar su brillo aplicándoles un kit de pulido con lijas y ceras de protección.
En todo caso, y aunque reparar suele salir más barato que cambiar, no hay que fiarlo todo al precio. Las reparaciones debe hacerlas un técnico cualificado, con los conocimientos y herramientas adecuados, y huir de los trucos caseros.
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