Qué elementos hay que observar en el mantenimiento de las bujías
Aunque se suelen sustituir cada 30.000-60.000 km, es necesario vigilar síntomas como ruidos extraños o arranques difíciles.
Las bujías tienen como función suministrar la chispa de encendido para inflamar el carburante dentro de la cámara de combustión, por lo que su buen estado afecta al rendimiento del motor. Así, si están débiles o en malas condiciones, pueden generar problemas de arranque en frío, fallos de encendido durante la aceleración y contaminar por aumentar el consumo de combustible, según explican en el blog Kilómetros que cuentan de Goodyear.
Pero, además, estos dispositivos alivian el calor que se genera en la cámara de combustión hacia el sistema de refrigeración, soportan el calor y la presión extrema de los cilindros y están hechas para quemar los depósitos de los aditivos del combustible u otros contaminantes.
Para comprobar que estos elementos están en perfecto estado, los profesionales del taller deben observar que son estancos y que impiden que pasen los gases del interior del cilindro al exterior. Asimismo, han de soportar los hidrocarburos y ácidos de la combustión y mantener el aislamiento eléctrico mediante su resistencia térmica, mecánica y eléctrica.
Otro aspecto a tener en cuenta es que deben mantener una temperatura estable durante su funcionamiento (500-900ºC). En el caso de que no lleguen a la temperatura adecuada, no se quemará bien la mezcla y el hollín puede obstruir la bujía e impedir que salte la chispa. Pero si se calienta demasiado, puede provocar una autoignición antes de que se genere la chispa y fundir los elementos de la bujía o dañar los cilindros.
Lo habitual es sustituir las bujías cada 30.000-60.000 kilómetros, aunque también depende del tipo. Las de cobre son las que tienen una vida más corta, pero las fabricadas con materiales más avanzados pueden durar hasta cuatro veces más.
En el caso de que sea necesario cambiarlas, hay que reemplazar todas, aunque solo esté defectuosa una, para que no se produzca un desequilibrio en el encendido.
Por otro lado, los automóviles pueden presentar síntomas que reflejen la necesidad de que estos sistemas han de ser cambiados. Entre ellos destacan los ruidos extraños por la fuerza de los pistones y que la combustión no funcione de forma adecuada. Si la bujía se dispara en el momento equivocado, puede provocar ruidos de traqueteo o vibraciones raras.
A esto hay que añadir un arranque difícil del vehículo, peor rendimiento del motor y mayor gasto de combustible porque una parte de la mezcla aire/combustible no sea quemada de manera apropiada.
A la hora de realizar el proceso de sustitución conviene conocer el tipo de bujías que existen en el mercado. Así, según su grado térmico (capacidad de disipar el calor de la cámara de combustión a la culata donde va fijada), hay bujías frías y calientes.
Hay que tener en cuenta que las bujías calientes conducen el calor con lentitud y se mantienen calientes (se recomienda para vehículos que hacen recorridos cortos en la ciudad, motores viejos con mucho desgaste y pérdidas de compresión, puesto que evitan los depósitos de hollín en conducción de cortos recorridos o con arranques y paradas frecuentes).
En cuanto a las frías, estas cuentan con la punta del aislador corta y el recorrido del calor es muy directo, por lo que evacúa mucho calor de la cámara de combustión a la culata. Además, conducen el calor con rapidez y se mantienen más frías, por lo que son adecuadas para automóviles que realizan viajes largos, a altas velocidades o con carga.
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