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Los tiempos están cambiando

Los tiempos están cambiando
Los tiempos están cambiando
José Manuel Penas

08 de septiembre 2012 - 22:48

La implicación de las personas en las organizaciones es una de las causas más importantes del éxito de las mismas. España es un estado en el que el objetivo laboral de muchas personas ha sido el conseguir la seguridad, o lo que es lo mismo, la inmortalidad laboral.

Nos educan nuestras madres principalmente, y el sistema social posteriormente. Las primeras introducen el concepto de seguridad como uno de los objetivos básicos de nuestra vida. A su vez, el sistema traza caminos para que mediante “hitos“ vitales (titulaciones, licenciaturas) nuestro futuro sea más seguro.

En los años 50 y 60 el modelo económico de crecimiento era ilimitado. Se producía para crear demanda y posteriormente cubrir la misma con un modelo energético barato e inagotable basado en el petróleo que nos hacía crecer orgánicamente. Había energía, trabajo, consumo y mucho futuro. Un mundo seguro.

Las empresas necesitaban desde el año 1945 hasta la primera crisis del petróleo (1973) principalmente mano de obra. Obreros industriales, que son la base del trabajador medio que actualmente está vivo en los sindicatos y asociaciones de trabajadores, que durante más de 100 años han conseguido derechos sociales, laborales y de seguridad una vez terminada su vida laboral.

Seguridad. Un “bello” mundo para los siervos, los trabajadores en el cosmos de clases posterior a la sociedad industrial. Este mundo de clases que ha generado en el pasado siglo XX dos universos paralelos: el capitalismo, en la que la propiedad de bienes es privado, y el socialismo, donde la propiedad es los trabajadores, o del estado en el comunismo.

Pero ahora para los trabajadores el mundo ha cambiado. Tras la caída del muro de Berlín, la Perestroika y la casi extinción del comunismo como modelo político y productivo sólo queda un camino: el capitalismo. Éste ahora se está recalentando con los cambios económicos que en Occidente disminuyen la producción industrial. Aumenta el fuerte peso de los servicios y de la nueva sociedad de la Información.

La economía productiva como modelo, que tenía como consecuencia esa “seguridad laboral”, ya no se puede mantener por la globalización productiva. Los países emergentes producen más barato frente a un mundo occidental que produce más caro. La principal consecuencia de este cambio es que en producción de bienes hemos dejado de ser competitivos. El sistema se resquebraja.

Las reglas de juego deben modificarse para no colapsar el sistema y, posteriormente, darnos aire para adaptarnos a un nuevo escenario económico. La economía norteamericana, mucho más ágil que la Europea, ha visto en la nueva economía de la información y tecnológica su presente-futuro (Google, Apple, Microsoft…) y se está adaptando mejor a este cambio. A esto ayuda que en la cima del capitalismo las relaciones empresa-trabajador son muy diferentes a las europeas. Mayor rotación laboral, menor cobertura social, menor coste de despido.

Es un "trabaja y vive ahora" porque el mañana va a depender sólo de ti. Esta precariedad laboral hace que las empresas ganen más, sean más agiles y puedan sobrevivir mejor.

Nuestro modelo social conocido como el estado del bienestar se está rompiendo ante el cambio economía global. Ya no se puede mantener los derechos y privilegios que la masa social poseía. No puede sujetarse un estado en el que sólo el 36 % trabaja (aproximadamente 17 millones) y entre estos trabajadores hay un funcionario por cada 15 habitantes (3 millones aproximadamente). Ésta es la realidad: 14 millones de trabajadores mantiene a una población de 47 millones de habitantes. Como es evidente, no llega para todo. Cada vez más precariedad y menos derechos presentes y futuros.

Perdemos nuestra seguridad. ¿Qué podemos hacer nosotros trabajadores del mundo? ¿Cómo podemos mantenernos activos, mantener nuestro puesto de trabajo o encontrar uno nuevo? ¿Qué reclaman las organizaciones?

Debemos en primer lugar dejar de pensar que las organizaciones buscan mano de obra. Buscan valor, proactividad. Ofrecer algo diferencial con nuestra actitud es fundamental. La sociedad española debe dejar de pensar que la formación debe estar enfocada a las necesidades económicas de la sociedad, no a la consecución de las titulaciones. Hemos pensado que poseer estudios universitarios era una garantía de progreso social mediante la consecución de un buen empleo. En 2009, en la población adulta española de entre 25 y 64 años, el 29,7% poseía titulación superior. Este porcentaje se eleva al 64,1 % entre la población de entre 25 a 34 años. !La generación más preparada de la historia!

Actualmente, tenemos un exceso de titulados, muchos no útiles económicamente, y un déficit enorme de emprendedores. Además, muchos licenciados dejan de formarse y reciclarse una vez obtenido el título, así como muchos trabajadores no se adaptan al nuevo entorno tecnológico y de conocimiento. Buscamos la seguridad en los brazos de la empresa o el estado. No creo que quede nadie que no conozca a un opositor a funcionario.

Tenemos que olvidarnos rápidamente de los derechos adquiridos porque están desapareciendo. Con la facilidad que la nueva ley otorga a las empresas para realizar EREs y despidos, el trabajo ya no es para siempre (aquí falta tocar al funcionariado ). Debemos mejorar nuestra labor en la empresa aquí y ahora, aportando cada día proactividad, lo mejor de nosotros para que mejore, que aumente su productividad, su beneficio. El que tiene un trabajo tiene un tesoro y todos ya “no estamos enriqueciendo al patrón" ,estamos defendiendo nuestro salario. ¡Debemos de levantarnos de nuestra cómoda poltrona laboral!

Esto requiere aumentar nuestro esfuerzo por el mismo precio, dejar de quejarnos y actuar y alinearnos con la empresa como si fuera nuestra, dejar de ser operarios, obreros, administrativos y ser mucho más empresa. Para aumentar beneficios y facturaciones en el taller. Dejar de quejarnos por meter 10, 30 o 40 minutos más un día de trabajo. Tratar a todos los clientes con respeto. Dejar los problemas en la taquilla. Enfocar nuestra labor al aumento de operaciones, a la venta, a la satisfacción de los clientes y a la excelencia en la posventa.

Sentirnos orgullosos de que cada día ayudamos a nuestra empresa a mejorar y sobrevivir en este mundo en cambio. El empresario ya no es nuestro enemigo. Todo lo contrario: es nuestro compañero-jefe y debemos de trabajar duro juntos para que la empresa siga pagando sus impuestos, la luz y los salarios. Debemos pues, en definitiva, cambiar, dejar de criticar a la empresa, al jefe, de perjudicar y morder la mano que nos alimenta: la empresa. Ese sitio donde pasamos casi un tercio de nuestras vidas.

Animo a todos a cambiar nuestra aptitud obrera como trabajadores por cuenta ajena porque los cambios siempre son necesarios y son una oportunidad de mejora. Si mañana nos despiden, siempre tendremos todo ese valor añadido en nuestra próxima etapa profesional. Y para terminar, Bob Dylan ya lo dijo en 1963.

“La línea está trazada y marcado el destino

Los lentos de ahora, serán rápidos más tarde

Como lo ahora presente más tarde será pasado,

el orden se desvanece rápidamente

y el ahora primero más tarde será el último

porque los tiempos están cambiando.”

Bod Dylan, The Times They Are A-Changin'

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