El pasillo del miedo

Un buen amigo me comento hace tiempo que cuando tenía que tomar decisiones en su vida personal o laboral realizaba un análisis DAFO; una herramienta básica que analiza situaciones internas o externas (Debilidades y Fortalezas, y Amenazas y Oportunidades).

También recuerdo que en mi tierna infancia, en las largas noches de invierno al calor de la cocina económica, oía historias de mis mayores. Antiguos misterios de caminantes aldeanillos en noches de viento y rayos; vecinos muertos en oscuras circunstancias. Al final de la tarde, con el ocaso del sol, el miedo me poseía .

El problema aumentaba cuando tenía que caminar hacia mi habitación por un oscuro y angosto pasillo lleno de fantasmas cotidianos. Por la izquierda el mago de la lámpara me miraba, el jinete decapitado se acercaba desde el fondo del pasillo con su sable o John Silver el Largo se reía de mí. Paralizado; estaba paralizado. Muerto de miedo. Mi abuela y mi madre, al oír el sonido sordo de mi cuerpo rebotando sobre la baldosa, acudían a recogerme alarmada. No se explicaban por qué un niño tan pequeño se quedaba frito. Desvanecido, me acogía en sus brazos y me llevaba a la cama.

Actualmente he revivido como un símil esta anécdota de mi infancia al leer la prensa, navegar en la red u observar el televisor a Durao Barroso, Pepe Bueno o Matías Prats hablar de la prima de riesgo, del tomate-rescate o ver la cara de circunstancia de Don Mariano. Todos ellos me hacen recordar ese pasillo.“Mi pasillo del miedo.”

Actualmente estamos todos viviendo nuestro propio pasillo del miedo con tipos que nos dan falsas esperanzas; que al tornar la cara se les ve la sonrisa ladina de engaño. Vivimos dentro de una tormenta social en el que aumenta alarmantemente la pobreza; donde la clase media pierde aceleradamente su poder adquisitivo. Además hay que añadir el retroceso del consumo o la insolidaridad con los más desfavorecidos. Si lo deseas, podemos sumar la prima de riesgo, y lo que opinan las agencias de calificación del Reino de España.

Tenemos miedo a salir y consumir, a desplazarnos con el coche por el precio del combustible, el peaje o el radar oculto en la carretera detrás de la señal de 120 km/hora produce el efecto de que cada vez circulamos menos. Aquí está latente una Amenaza.

Estamos paralizados por el desasosiego y no reaccionamos. Sólo emitimos quejas: qué mal esta todo, no vendo, no gano, no viene gente la taller … y aquí una debilidad. Los se refieren a este estado con el término de pensamiento rumiante y produce un efecto claro. Aumenta el consumo de glucosa, el combustible del cerebro. Produce un agotamiento de pensamiento literalmente improductivo: por tanto sin beneficio real.

Es en este punto es donde la mayoría de redes, pequeños talleres y actores del sector deja de hacer los deberes de su DAFO del día a día.

MI consejo vital es dar sencillamente un paso valiente en nuestro propio pasillo del miedo. Y caminar de la mano de nuestras fortalezas: llevo años tratando con mis clientes que depositan su confianza en mi negocio. Voy a pensar cómo aumentar esta confianza con promociones, acciones, venta cruzadas o montando un perfil en Facebook o Twitter. Pero dando siempre un paso adelante.

Y la Oportunidad... ¿dónde está en un país quebrado? Está pasando por delante de tu negocio!!!

Esos clientes, por ejemplo, que abandonan el concesionario oficial en los 3 primeros años, aquellos otros que vienen que no atendemos como deberíamos; ya que un cliente siempre es un tesoro. En el año 2012 no es el que compra, sino el que pregunta y quizás algún día realice un servicio en nuestro taller.

Y “amiguito del alma“, como diría el Bigotes o Camps, para terminar dos grandes prohombres de dos tiempos convulsos cierran este post con dos consejos a mi juicio muy útiles.

“Vale más hacer la cosa más insignificante del mundo, que estar media hora sin hacer nada” (Goethe) u esta otra sublime:” Me interesa el futuro porque es el sitio donde voy a pasar el resto de mi vida” ( Woody Allen)