Podemos asemejar el funcionamiento de un sistema de gestión de motor, salvando las enormes diferencias, al modo de actuar de nuestro cerebro.
Al igual que ocurre, por ejemplo, a un jugador de tenis, mediante sus sentidos ('sensores') de la vista y el oído, escucha el golpeo de la pelota y ve la trayectoria y velocidad que alcanza. Su cerebro ('UCE') evalúa la información y determina el momento y posición donde atacar la bola, ordenando desplazarse a sus piernas y brazos ('actuadores').
En el interior de una unidad de control, quien determina las estrategias a adoptar en cada situación y demanda, es el microprocesador. Sin embargo, este precisa de toda una serie de elementos a su alrededor para poder funcionar: transistores, drivers, condensadores…
Este vídeo, el tercero de una serie de cuatro, veremos esto con detalle.