Bosch, de un pequeño taller a empresa global
Fundada el 15 de noviembre de 1886, el encendido por magneto propició el éxito de la compañía, que cumple 130 años.
El 15 de noviembre de 1886, Robert Bosch inaguraba su Taller de Mecánica de Precisión e Ingeniería Eléctrica. En cinco años pasó de 2 a 15 empleados, pero en 1891, sus reservas de capital estaban prácticamente agotadas y Bosch tuvo que pedir a su madre que garantizara personalmente los préstamos bancarios a los que tuvo que recurrir y que le llevarían al borde de la bancarrota en 1892.
130 años después, aquel pequeño taller se ha convertido en una de las diez mayores empresas de Alemania que opera en más de 150 países emplea alrededor de 375.000 trabajadores en todo el mundo y genera unas ventas anuales de 70.600 millones de euros.
A los 23 años, Robert Bosch cruzó el Atlántico, viajando a los Estados Unidos para trabajar con Edison y ampliar sus conocimientos sobre ingeniería eléctrica que, por entonces, estaba más desarrollada en EE.UU. que en Europa.
Deseoso de entrar en acción, el joven Robert regresó a Alemania en 1886 y estableció en Stuttgart su Taller de Mecánica de Precisión e Ingeniería Eléctrica ese 15 de noviembre. A su euforia inicial le siguió una tremenda frustración. La lenta expansión del suministro eléctrico en la ciudad alemana hizo que el negocio de ingeniería eléctrica tardara tiempo en despegar. Bosch se encontraba al borde de la insolvencia.
Con algunos pedidos de pequeños clientes fue capaz de mantener viva su empresa. Incluso con la red eléctrica pública en funcionamiento, el éxito que esperaba no llegaba a materializarse. Los clientes se encontraban menos receptivos a las innovaciones de ingeniería eléctrica de lo que Bosch esperaba.
Sin embargo, impulsado por su optimismo, siguió buscando nuevas oportunidades de negocio. Así, 1897, probablemente el año más importante en la historia de la compañía, marcó el comienzo de la multinacional que es hoy.
Desde 1887, la empresa había estado fabricando dispositivos de encendido para motores estacionarios para generar energía eléctrica en edificios. En 1896, había construido en total unos 1.000 dispositivos de este tipo. Pero su negocio permanecía estancado.
Un año más tarde, esto iba a cambiar. Un cliente le pidió que desarrollara un dispositivo de encendido que pudiera ser utilizado en un motor de gasolina -un dispositivo de encendido que no había existido hasta entonces-.
Robert Bosch pidió a su director de fábrica, Arnold Zähringer, que mejorara y refinara los dispositivos de encendido existentes. Era un riesgo enorme, pero para Bosch significaba el paso decisivo que debía dar para convertirse en un industrial. Y así sería, porque el encendido por magneto resultó ser el único sistema fiable para los automóviles.
Con el automóvil disfrutando de un éxito sin precedentes después de 1900, Bosch también se convertiría en una compañía global. En los primeros cinco años, Bosch vendió 50.000 aparatos de encendido. En 1912 ya había vendido 2 millones.
El éxito de la magneto de encendido fue algo que incluso Bosch no se esperaba. Cuando tomó la decisión en 1900 de construir su propia fábrica, pensó en contratar a unos 200 trabajadores. En ese momento, empleaba a 30 personas y estaba considerando alquilar parte del nuevo edificio. Él asumió que su compañía no iba a crecer más allá de 100 empleados. Se equivocó: apenas ocho años más tarde, Bosch empleaba a más de 1.000 trabajadores.
Con visión de futuro, Bosch consideró el éxito de su magneto de encendido con cierto escepticismo y, consciente de que su empresa dependía de un solo producto, abrió nuevos mercados en todo el mundo.
A partir de 1908, los sistemas de encendido Bosch estaban disponibles en todos los continentes. Esto ayudó a la empresa a crecer y allanó el camino para que Bosch se convirtiera en una nombre internacional.
Bosch logró estabilidad a largo plazo mediante productos adicionales para el automóvil, así como herramientas eléctricas, electrodomésticos y tecnología industrial.
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