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Las nuevas tecnologías exigen al taller formación, herramientas y sistemas de gestión adaptados

Es una de las conclusiones del webinar de Asepa sobre los cambios estructurales que deben acometer los talleres de reparación de vehículos como consecuencia de las nuevas tecnologías que se están implantando en el sector.

Marta Bellmont

22 de abril 2021 - 21:22

Los participantes del webinar de Asepa, celebrado este jueves
Los participantes del webinar de Asepa, celebrado este jueves / Redacción Infotaller

El proceso de digitalización, acelerado en cierta medida por la crisis del coronavirus, sumado a las nuevas propulsiones alineadas con la sostenibilidad y las demandas, los canales digitales como fuente de adquisición de vehículos, los nuevos perfiles de un consumidor más tecnológico y la preferencia por el vehículo particular (frente al compartido) y autónomo son tendencias que están propiciando cambios estructurales que afectan al sector de la posventa de vehículos en general, y a los talleres independientes en especial.

Para que estos últimos puedan afrontar con éxito esas transformaciones es necesario que “se anticipen a ellas adaptando su formación, sus herramientas y sus sistemas de gestión del negocio”. Así resumió Juan Carlos García, director técnico de Conepa, las claves de la adaptación del taller a los desafíos actuales del sector durante su intervención en el webinar Asepa 15, celebrado este jueves.

Con el título de 'Cambios estructurales en los talleres de reparación de automóviles por efecto de las nuevas tecnologías', el encuentro virtual estuvo moderado por Raúl González, cofundador de Somos Movilidad MP3 Automoción, y contó, además, con la participación de José María Cancer, director general de Cesvimap y miembro de la junta directiva de Asepa; Vicente de las Heras, director de ventas, equipos taller y asistencia técnica de Robert Bosch España (patrocinador), y Ana Ávila, secretaria general de Cetraa.

Anteponerse a los riesgos de las nuevas propulsiones

Para Juan Carlos García, el taller tiene que disponer de una “precisa y actualizada” información técnica, “fundamental para acometer las intervenciones con la máxima seguridad y garantía de éxito”. Pero más importante que conocer las técnicas de reparación adaptadas a la nueva realidad es “conocer los riesgos y las precauciones que ha de adoptar” al efectuar cualquier intervención en vehículos con nuevas tecnologías de propulsión. Al respecto, mencionó que “las tensiones eléctricas de trabajo, las presiones y las características de los gases pueden suponer un mayor peligro que los actuales vehículos sin no se adoptan las medidas de seguridad recomendadas”.

Otro de los aspectos en los que el taller debe anticiparse es en la actualización de los equipos. Según Juan Carlos García, en algunos casos será necesario “adquirir o actualizar una maquinaria específica, en general, más compacta, ergonómica, precisa y capaz de mejorar la productividad”. Finalmente, se detuvo en dos grandes objetivos del taller: potenciar la competitividad y la satisfacción del cliente y mejorar la rentabilidad del negocio.

Considera que ambos aspectos “van de la mano y dependen de las habilidades empresariales, en las que cabe la mejora, como son la creatividad, la innovación, el poder de adaptación o de anticipación y la capacidad de análisis y de autoconocerse”.

En cuanto a la rentabilidad, entiende que es la que garantiza la supervivencia del taller y requiere, entre otras acciones, “presupuestos precisos para establecer precios competentes y rentables, control de los indicadores clave y un buen uso del marketing”.

La revolución de la movilidad CASE

Por su parte, José María Cancer habló de la movilidad CASE como una “auténtica revolución del sector”. Explicó que está definida por cuatro frentes ante los que los profesionales de la posventa han de enfrentarse y matizó lo que cada uno de ellos exige al taller en términos de adaptación. El primero, el vehículo conectado. Según el director general de Cesvimap, es fundamental “contar con Wifi de alta velocidad y ancho de banda en todos los rincones del taller”. Explicó, además, que el personal tiene que estar “habituado al uso de las nuevas tecnologías y tener los conocimientos, formación y habilidades digitales que demandan”.

El segundo frente es la autonomía, que definió no como “desentenderse totalmente de la conducción y dejar esta en manos de un piloto automático”, sino como “la introducción de los sistemas de apoyo y automatización de ciertas rutinas de conducción que ya están presentes y que seguirán mejorando, como los ADAS”.

En este apartado destacó que la instalación del taller debe disponer de “una zona prácticamente dedicada a los ADAS”, y en cuanto a útiles, se necesitan “equipos de diagnóstico y calibración que requieren una actualización permanente y no son baratos”. Asimismo, considera básica una formación específica para manejar estos equipos y un perfil profesional del trabajador más digital.

Las plataformas de coche compartido (shared/smart) también afectan a los talleres. Cancer mencionó como realidades que están sucediendo en este ámbito la bajada porcentual de la propiedad del vehículo; el aumento de flotas en renting, suscripción o car-share; la disminución del número de clientes, con mayor poder de negociación por tener gran cantidad de unidades; la presión por devolver el coche a la calle; una mayor participación de las marcas, o la reentrada de las unidades como vehículo de ocasión. Dada la premura por hacer estas reparaciones, el taller debe “tener flujos muy limpios en interior de cara a ofrecer mayor velocidad y eficiencia”.

Adaptación al vehículo eléctrico

El cuarto y último desafío de los talleres que nombró es la electrificación, que exige al taller contar con una zona dedicada en la que poder trabajar. Además, aludió al posible aumento en el contrato de la potencia en el taller y, como otra modalidad de fuente de ingresos, al posible punto de recarga público. “El coche eléctrico requiere una mesa para desacoplar baterías y cargadores de uso propio”, añadió.

Asimismo, se refirió a la demanda de un perfil profesional formado específicamente en “seguridad del manejo y en diagnóstico del VE, en sustitución de baterías y en la reparación de estas, en el sistema de refrigeración de las baterías, y en habilidades para atender a un cliente muy informado o bien desconocedor”.

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