La digitalización del taller: preparándonos para prepararnos
Los talleres llevamos años digitalizándonos. Son ejemplos de ello la integración cada vez mayor de nuestros sistemas de gestión con diferentes aplicaciones, la progresiva adquisición de material vía online o la creciente relación con los clientes mediante herramientas electrónicas. ¿Ha habido traumas en estos procesos? No para la mayoría, aunque tenemos un largo camino por delante.
En esta cita anual con la Ruta del Taller, me atrevo a hacer una reflexión sencilla sobre uno de los temas más candentes del momento actual: la digitalización de las empresas y su aplicación en el taller. Se habla constantemente de ello, con mucho desconocimiento de su alcance real en el sector del mantenimiento y la reparación de vehículos, y el consiguiente miedo inherente a todo lo desconocido, en especial para aquellos empresarios no nativos del mundo digital, es decir, para la mayoría de las personas que estamos hoy al frente de los talleres.
Entre todas las definiciones que se manejan sobre el significado del concepto moderno de digitalización traigo hoy aquí una que, por lo sencilla, me parece clarificadora al máximo: “La digitalización y transformación digital de la empresa es un proceso global y profundo mediante el cual, la empresa redefine y adecúa su modelo de negocio para adaptarse a los cambios sufridos en los hábitos y costumbres tanto de consumidores (negocio a cliente, el llamado ahora B2C,) como de otras empresas (negocio a negocio o B2B)”, a lo que añadiría también “y de las administraciones públicas”, pues no cabe duda de que el impulso digital también nos está viniendo de los organismos públicos estatales, autonómicos y municipales, como lo demuestra el cambio de modelo que se está produciendo en nuestras relaciones con ellos.
Me gusta especialmente el concepto de “adaptación” y en ella baso el contenido de mis siguientes líneas: la digitalización en el taller no es más que la respuesta a esa necesidad de amoldarnos a los nuevos requerimientos que marcan las relaciones con clientes y proveedores. En ese sentido, y es un buen argumento para hacernos perder el miedo al proceso de cambio, los talleres llevamos años digitalizándonos: son ejemplos de ello la integración cada vez mayor de nuestros sistemas de gestión con diferentes aplicaciones, la progresiva adquisición de material vía online o la creciente relación con los clientes mediante herramientas electrónicas, como correo electrónico, whatsapp y otras redes sociales.
¿Ha habido traumas en estos procesos? No para la mayoría, desde luego. Es verdad que tenemos un largo camino por delante, centrado más bien en la planificación lógica de los cambios a acometer en esta materia. Y este es un momento en el que deberíamos aprovechar para pensar en ello, sobre todo porque las partidas más cuantiosas para las pymes de los fondos europeos de recuperación postCovid-19 van a venir por ahí y lo van a hacer muy pronto. Ya que pueden suponer un excelente apoyo para las empresas a título individual, cada taller debería tener las ideas claras sobre sus necesidades concretas y estar preparado para presentar solicitudes en los plazos oportunos (que suelen ser reducidos).
Por parte de Conepa, seguiremos trabajando en defensa del sector en proyectos como la Brújula Digital europea que pretende guiar las actuaciones en materia digital en un mundo abierto e interconectado y ejecutar políticas destinadas a empoderar a las personas y a las empresas para “humanizar” la digitalización y conseguir que sea un apoyo en el futuro de los talleres.
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