¿Qué componentes conviene someter a revisión en el taller a la vuelta de vacaciones?

La revisión del vehículo después de las vacaciones de verano es tan importante como la revisión y el mantenimiento previos a realizar viajes de largo recorrido. Así al menos lo advierten desde ‘Elige calidad, elige confianza’ (ECEC), iniciativa compuesta por una veintena de los principales fabricantes de componentes de automoción de primer equipo, para quienes es más prioritario si cabe en momentos de “altas temperaturas como las que hemos vivido este verano con la ola de calor de hace unas semanas”.

Y es que el calor y los trayectos de largo recorrido pueden “afectar al rendimiento del vehículo y, especialmente, al de ciertos componentes como los neumáticos, frenos, sistema de refrigeración o los niveles de líquido del vehículo”, señalan desde la iniciativa.

Por eso, después de las operaciones salida y retorno del verano es, desde su punto de vista, cuando más averías pueden surgir, ya que los viajes por carretera “suponen un desgaste y sobreesfuerzo para el coche, dada la cantidad de kilómetros que se suelen realizar, el sobrepeso al que se somete al vehículo, las altas temperaturas y los atascos”.

Comprobar el dibujo y presión de los neumáticos

En este sentido, ECEC recomienda realizar una revisión exhaustiva de algunos de los componentes que más sufren en esta época: neumáticos, sistema de refrigeración, limpiaparabrisas, frenos y niveles de líquidos. Los neumáticos sufren más en verano debido a que las altas temperaturas los desgastan con mayor facilidad, por lo que se debe revisar el dibujo y la presión de los mismos.

Asimismo, se debe comprobar que el sistema de refrigeración funciona correctamente, ya que un uso excesivo puede alterar su rendimiento. En cuanto a los limpiaparabrisas, se recomienda verificar que el estado de la goma es el correcto.

Por último, también se debe prestar especial atención al estado de los frenos, ya que las altas temperaturas a las que se exponen las pastillas pueden dar lugar a un desgaste prematuro, así como a los niveles de líquidos, pues estos suelen reducirse tras largos desplazamientos.

Según ECEC, la falta de mantenimiento del automóvil es la principal causa de estas averías, algo que se puede prevenir con revisiones periódicas, las cuales deberán ser más frecuentes si el vehículo tiene más de diez años.

Deterioro de las baterías

Un efecto de las altas temperaturas sobre los componentes de automoción (menos conocido al hacerse patente la avería en invierno) es el deterioro que el calor provoca en las baterías. Estas suelen fallar en invierno, pero en realidad son las altas temperaturas del verano las responsables del mayor desgaste de las mismas.

La batería es un producto activo que sufre desgaste con el tiempo, se use o no, y por lo tanto llega un momento en el que pierde todas sus prestaciones y deja de funcionar. Y es que, a pesar de que se almacene en condiciones óptimas, está continuamente sometida a un proceso de autodescarga por el que, cuando las temperaturas son elevadas como las de verano, provocan una mayor autodescarga de la misma.

En cambio, en invierno lo que ocurre es que la baja temperatura del motor y del aceite demandan a las baterías mayor potencia de arranque, que en ocasiones no se consigue dado el deterioro que han sufrido durante el verano. Además, las bajas temperaturas propias del invierno influyen en el proceso químico que tiene lugar en el interior de la batería, lo que también afecta al arranque y la recarga.

De esta forma, para combatir los efectos de las temperaturas, muchos fabricantes de este componente realizan una importante labor en materia de I+D+i orientada a mejorar su autonomía y aceptación de carga por encima del 30 por ciento, lo que reduce el riesgo de avería o descarga de la batería y mejora su rendimiento incluso en condiciones meteorológicas extremas.