Frenos, la “causa Aser" de febrero en su campaña de seguridad
El sistema de frenos es el máximo responsable de detener el vehículo en el menor tiempo posible y, por ello, debe mantenerse en perfecto estado de funcionamiento.
Uno de cada cinco vehículos que circula por nuestras carreteras lo hace con los frenos en mal estado y la avería suele estar relacionada con el funcionamiento de alguno de los componentes del sistema o con el desgaste de los elementos: pastillas, zapatas, discos o tambores. Sobra decir que esto no solo es un riesgo para el propio vehículo, sino para todos los demás usuarios de la vía.
Los frenos son el sistema de seguridad activa más importante de un automóvil y una de sus piezas clave, por lo que es importante mantenerlo en perfectas condiciones de uso. Por este motivo, Aser quiere dedicar su causa de febrero en pro de la seguridad vial al sistema de frenado.
Cuando un automóvil está en movimiento, es necesario aplicar una fuerza para detenerlo, según la Ley de la Inercia o 1ª Ley de Newton. De aplicar esta fuerza se encarga el sistema de frenos. En la actualidad, los frenos más habituales en los coches son los de disco, aunque muchos vehículos antiguos y coches pequeños y urbanos todavía equipan frenos de tambor, normalmente en el eje trasero.
El material de fricción que recubren discos y pastillas debe cumplir el reglamento europeo ECE-R90 y ser respetuoso con el medio ambiente. Un material de fricción de alta calidad y ecológico garantiza un buen control y eficacia de la frenada. Y, además, ayuda a conservar nuestro entorno.
Otro de los aspectos relevantes de la normativa ECE R-90 hace relación a las prestaciones de los sistemas de freno y a su calidad. Para los fabricantes, superar esta normativa implica una elevada inversión para asegurar que sus sistemas de frenos superan todas las pruebas que permiten su homologación. Sólo los proveedores de primer orden pueden ofrecer estas calidades en sus productos.
Otro de los elementos principales del sistema de detención es el líquido de frenos, que debe ser de calidad contrastada para evitar la corrosión y contribuir a incrementar la vida útil de los componentes (bomba de freno, unidad ABS, latiguillos, entre otros). Cuando el líquido de frenos hierve, el pedal de freno se vuelve esponjoso (efecto “Vapour Lock”). Como norma, hay que cambiar el líquido de frenos como máximo a los dos años y utilizar siempre la calidad de líquido recomendada por el fabricante del vehículo.
Otros aspectos a tener en cuenta en el sistema de frenos son la correcta elección y montaje de los componentes, para evitar ruidos, chirridos y vibraciones molestas durante la frenada. Nada mejor que un montaje profesional para un freno de alta calidad.
Si el vehículo frena poco, puede deberse a que le quede poco líquido de frenos, que las pastillas o zapatas estén desgastadas (se oyen chirridos) o que los discos o tambores estén desgastados. Si el freno va más duro (ofrece más resistencia) puede que haya un problema con el servofreno. Si el coche frena mal y pierde líquido es posible que la bomba de freno esté en mal estado.
Si se escuchan chirridos o ruidos en alguno de los ejes significa que el forro de la zapata o de la pastilla se ha desgastado, lo que hace que el metal roce con el tambor o en el disco y frene mal.
Cuando la carrera del pedal de freno es más larga de lo habitual puede ser indicio de fugas o agarrotamiento de algún elemento del sistema o la avería del ajustador automático.
Si el coche tiende a ladearse la frenar, es preciso comprobar la presión, el desgaste y la alineación de los neumáticos. Si estos se mantienen en correcto estado, puede que las pastillas de freno estén mal asentadas o que el ajuste de los frenos sea desigual. También puede ocurrir que se haya colado grasa entre la pastilla y el disco, una fuga de líquido o una amortiguación excesivamente blanda.
El pedal de freno blando suele significar que se ha introducido aire en el circuito o que el líquido de freno sea escaso.
Para mantener los frenos es perfecto estado, Aser recomienda revisar, en un taller de confianza, el estado de los discos y tambores, el espesor de las pastillas y zapatas y la superficie de frenado cada 20.000 km o antes de un desplazamiento largo.
Asimismo, aconseja cambiar siempre los frenos por pares en el mismo eje. La eficacia de frenada no solo depende de un buen rendimiento, también depende de que la frenada sea completamente estable en las dos ruedas del mismo eje, para conservar la estabilidad del vehículo en la frenada. Por tanto, no deben hacerse reparaciones parciales.
Otro consejo pasa por sustituir el líquido de frenos entre el año y dos años, dependiendo del tipo de líquido utilizado y de la indicación de cada fabricante.
Además, cuando llegue el momento de sustituir los frenos, conviene elegir siempre marcas fabricantes de primer nivel, que son referencia máxima de calidad, durabilidad y seguridad.
Ni que decir tiene que, siempre que se aprecie que el vehículo frena tarde o chirría, es obligatoria la visita al taller de confianza, para que lo revisen de forma inmediata.
Por otra parte, recordar que una vez sustituido el conjunto, para obtener el correcto funcionamiento del sistema de frenado, es necesario realizar un rodaje de asentamiento, evitando frenazos bruscos durante los primeros 200-500 km. Además, no se debe acudir a la ITV hasta no llegar a ese rodaje de asentamiento, pues la falta de adaptación no permite una frenada eficaz y compensada.
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