Ecología y mecánica: la válvula EGR
Mantenerla limpia reduce las emisiones del vehículo y protege de averías más graves.
La válvula EGR es uno de los componentes del motor de un vehículo que más se suele averiar y que más costes supone para los clientes. Su reparación suele rondar los 300 euros y su mal funcionamiento puede generar múltiples fallos en el motor.
Los talleres mecánicos reciben numerosos vehículos con fallos en este sistema que, con la actual normativa medioambiental, cobra una mayor importancia. La EGR se encarga de reducir las altas temperaturas en la cámara de combustión del motor y, por lo tanto, reduce las emisiones contaminantes del vehículo.
Mantenerla vigilada y realizar un mantenimiento por parte de los profesionales puede ser clave para evitar males mayores. Los principales fallos que suele acarrear normalmente son causados por la acumulación de carbonilla, pudiéndose llegar a obstruir, por lo que se deberá prestar atención a si el vehículo pierde potencia o si consume más combustible.
La mayor parte de los fallos en esta válvula se suele dar en los coches acostumbrados a circular por ciudad. La alta contaminación, sumado a una conducción lenta contribuye a la creación de suciedad. Sin embargo, también influyen los combustibles de baja calidad que generan partículas que posteriormente se acumulan en la admisión y el sistema de alimentación del motor.
Aunque en un principio la válvula EGR se diseñó para vehículos diésel, cada vez son más los modelos gasolina que la incorporan. Su limpieza, por la suciedad que acumula, se ha convertido en algo común en los talleres mecánicos por el peligro que puede acarrear para el motor, generando fallos en piezas como el cigüeñal o los cojinetes.
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