La importancia de los filtros de habitáculo en verano
Desde Mann+Hummel señalan que deben cambiarse cada 15.000 kilómetros.
El verano supone una prueba de fuego para los vehículos. Tanto las altas temperaturas como los grandes desplazamientos por las vacaciones someten a los automóviles a sobreesfuerzos. Mantener en buen estado determinados componentes mejorará tanto la seguridad como la salud de los ocupantes.
Uno de estos elementos son los filtros de habitáculo, encargados de garantizar la calidad del aire dentro del vehículo. Polvo, polen, hollín o contaminación son algunas de las partículas que se multiplican en verano y comprometen tanto la salud, como la seguridad. Según explican desde Mann+Hummel, sin un filtro de habitáculo en pleno rendimiento, los ocupantes del vehículo están expuestos a una concentración significativamente mayor de contaminantes que los peatones.
Los talleres y distribuidores deben informar a sus clientes que tienen que revisar el rendimiento de sus filtros de habitáculo antes de salir de vacaciones. "Un filtro de habitáculo tiene que rendir al más alto nivel durante los meses de verano para garantizar una buena visibilidad y una atmósfera saludable para todos los pasajeros", aconseja Antonio Martínez, responsable técnico de Mann+Hummel.
En cuanto al funcionamiento, los filtros se encargan de filtrar las partículas que entran al vehículo a través del sistema de ventilación. Con el paso de los meses y las inclemencias del tiempo, el núcleo del medio filtrante se va obstruyendo gradualmente, lo que puede reducir la capacidad del filtro hasta en un 70%. El filtro de habitáculo se debe reemplazar cada 15.000 kilómetros o una vez al año, señalan desde la compañía. Sin embargo, las estadísticas afirman que los conductores suelen cambian sus filtros de habitáculo cada seis años.
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