Detectar una fuga en el vehículo en cuatro pasos
Inspeccionar bien el automóvil es el primer paso para localizarlas a tiempo y evitar que el problema sea mayor en un futuro.
Localizar una fuga a tiempo puede evitar problemas mayores en el vehículo en el futuro. Las partes del automóvil están expuestas a golpes, vibraciones o fricciones que, junto al desgaste de las piezas por el paso del tiempo, pueden provocar fugas. Generalmente, suelen producirse en juntas, tornillos o zonas de unión y sellado de piezas, como publica en un artículo Loctite en su blog.
Para detectarlas cuanto antes y que no afecten en gran medida al vehículo hay que seguir estos cuatro pasos. El primero de ellos es la inspección ocular. Cuando la fuga es de algún líquido, como aceite o refrigerante, puede ser relativamente fácil localizarla.
Es más complicado en el caso del gas, porque al ser incoloro no se puede apreciar a simple vista y hay que utilizar otros métodos, como los aerosoles especializados que forman espuma en la zona donde está la pérdida de gas.
Si los dos pasos anteriores no han ayudado a dar con la pérdida se puede probar con la inyección de colorante en el lugar donde se encuentra la fuga.
Y, por último, el método láser, todavía no tan extendido como las localizaciones por ultrasonidos. Existen detectores de fugas que permiten de forma remota realizar un diagnóstico por infrarrojos, evitando riesgo para la salud en caso de que se trate de un producto peligroso.
Estos cuatro pasos ayudan a localizar fugas antes de que el problema sea mayor en el vehículo, pero también hay que tener en cuenta a las máquinas de diagnosis, sobre todo, en fugas relacionadas con motores de combustión de gasolina.
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