Armand Leconte, diseñador de Dunlop: "A veces los ingenieros tiemblan con nuestras locuras"
Para Leconte, el diseño de neumáticos oscila entre la imaginación y la funcionalidad.
Al pensar en neumáticos, se suele tener la sensación de que el diseño no juega un papel demasiado importante en un producto en el que la funcionalidad y el rendimiento tienen prioridad absoluta. Sin embargo, para Armand Leconte, diseñador de neumáticos de Dunlop, el día a día con su equipo para diseñar una nueva rueda es mucho más interesante de lo que parecería a priori. Y es que la pasión por los automóviles se deja notar a la hora de crear una pieza importante de un conjunto mucho más grande.
Este antiguo diseñador de equipos de surf asegura que el diseño de los neumáticos tiene más enjundia de lo que cree el público, incluido el especializado. "Puede sonar sorprendente, pero lo más grandioso es nuestra completa libertad. Es cierto que los neumáticos son funcionales, así que tenemos que reducir nuestras ideas bastante rápido, pero eso no significa que no podamos comenzar desde una base muy creativa", explica Leconte.
El dibujo de los diseños se comienza a mano, lo que facilita "ir a niveles extremos". "La única regla que tenemos es que no hay reglas, al menos no en la fase inicial. Viajamos muy lejos en nuestra imaginación, explorando lo que nos inspira y llevando esos elementos a la realidad. Podría decir que tenemos la cabeza en las nubes, pero nuestros pies en el suelo", resume.
Precisamente buscar nuevos límites es parte de su trabajo, y del espíritu de Dunlop: "Queremos abrirnos paso, y no podemos hacer eso cuando nos vamos por caminos ya explorados. El único hilo común que atraviesa todas nuestras fuentes de inspiración es el espíritu del extremo: la historia de Dunlop es una de empujar los límites, de buscar límites. No puedes diseñar cosas innovadoras si no haces lo mismo, y no puedes proteger un espíritu de libertad si no comienzas desde el extremo".
Claro que esa libertad de los diseñadores provoca cierto miedo entre los ingenieros, como reconoce Armand: "A veces los ingenieros tiemblan si ven las locuras que se nos ocurren, pero esa es la única forma que vemos para llegar a resultados realmente innovadores. Por supuesto, en fases posteriores, cuando el diseño se basa en consideraciones de función y rendimiento, ponemos restricciones en función de las ideas de nuestros ingenieros. No siempre es fácil, y con frecuencia tenemos que esforzarnos para que nuestra voz se escuche en la fase de desarrollo del producto, pero así es como gradualmente convertimos nuestro diseño en un neumático Dunlop listo para la carretera".
Las fuentes de inspiración de Armand son variopintas. Desde los coches de carreras y los vehículos futuristas a los dientes de un león, pasando por la arquitectura. El hilo común que recorre sus diseños es "la vitalidad extrema y dinámica por la que Dunlop es conocido. Esa es la razón por la que mantenemos una visión tan amplia: queremos fabricar un neumático que se adapte perfectamente a un mundo dinámico y cambiante. Cada vez que ese mundo evoluciona, queremos que nuestros neumáticos evolucionen con él".
Para Leconte, el diseño es un estado mental, no un trabajo de nueve a cinco. Siempre está pensando, inspirándose en todas partes. Y claro está, los automóviles cumplen un importante papel en su vida. Además del típico coche familiar, posee un BMW Z3 del 96 -"es la bomba", asegura- y un Renault 4 CV. "Los coches antiguos tienen su propio encanto: no hay componentes electrónicos y literalmente se puede oler el aceite, la grasa y el combustible. La conducción es muy buena también: a medida que tu vehículo vive el camino, tú vives el vehículo. Es un sentimiento liberador".
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