Spray o cabina, la elección del pintor de carrocerías
La cabina se recomienda para superficies amplias, mientras que el spray se utiliza en pequeños fallos.
El repintado de un vehículo suele ser una parte importante a la hora de restaurar la carrocería tras averías o accidentes. Normalmente, los talleres cuentan con cabinas de pintura en las que desarrollan el trabajo, aunque en los últimos años se han popularizado los spray.
Aunque la cabina (combinada con la pistola aerográfica) sigue siendo el rey entre los profesionales, el uso del spray ofrece unas ventajas que no da la cabina. Por un lado, el aspecto económico, ya que el bote de pintura resulta menos costoso. Sin embargo, no es apta para todas las situaciones.
Resulta especialmente útil para trabajos rápidos y pequeñas superficies, ya que su proceso de secado es más rápido y reduce el proceso de limpieza posterior, según explican desde Ruta 401, el blog de Loctite Teroson. Además, es un formato más cómodo de aplicar en situaciones como cubrir una calva de metal desnudo, imprimar una pequeña zona de plástico o aplicar antigravilla en una zona reparada.
A pesar de ello, la cabina sigue ofreciendo mejores resultados aunque haya que invertir un mayor número de horas en realizar el trabajo. A diferencia de los spray, sí está pensada para grandes superficies y el resultado que ofrecen es más resistente a las condiciones climatológicas posteriores a las que someterá el vehículo.
Además ofrecen un entorno controlado en el que el profesional desarrollará su labor y mantiene encerradas las partículas de pintura en el interior, explican desde PPG Refinish.
Cada sistema posee sus pros y contras y el profesional mecánico debe disponer de ambos en su negocio, aunque debe saber en qué momento utilizará uno u otro para minimizar costes en el taller.
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