Romanos y Superhéroes
Dice mi hijo, cinco años, pensando en qué disfraz quiere para este carnavalsui generis que vivimos por la pandemia, que prefiere ir de romano más que de superhéroe, porque los soldados romanos eran de verdad y podían herirlos y los otros nacen con superpoderes y así cualquiera. Le sonrío y avalo su reflexión con un gesto. Hoy ha ido al cole más feliz que nunca vestido de centurión de la X Legión Gémina. Lo veo alejarse entre sus compañeros burbuja de clase, y me pongo a reflexionar sobre la condición humana, lo que podemos hacer o lo que nos viene sobrevenido, para bien o para mal.
Paso por la puerta de un taller, de esos como el vuestro, amigos reparadores, pintado en colores vivos, atestado de coches a medio reparar y con las paredes cubiertas de carteles de marcas y productos. Me sonríe el propietario desde la puerta y yo, que soy muy de pararme a charlar con la gente, escondido tras mi mascarilla y manteniendo una distancia prudencial, le pregunto cómo le van las cosas.
Me dice que así así, lo ratifica con un gesto de su mano, que hay trabajo, gracias a Dios, pero que hay que currar tres veces más que antes de la pandemia para sacar lo mismo o menos… Eso si cobras por la reparación y no tienes que llamar veinte veces al dueño para que venga a recoger el coche, como ese que tengo ahí desde antes de navidades, señala al fondo del local, para añadir, pero, ¿cómo no le voy a coger el coche?; cuando me dicen que se lo arregle bueno, bonito y barato porque ya sabe cómo están las cosas y lo uso para ir a trabajar y para llevar a los niños al cole. Porque de escaparse al pueblo el fin de semana, nada, que estamos confinados.
El mecánico y el taller cuidan de tu coche, cuidan de ti, parafraseando una campaña que lanzó un fabricante de repuestos hace un tiempo. Pero, ¿quién cuida del mecánico?, me pregunto ahora yo.
Vale, cuando hay trabajo, aunque sea a trompicones, como me explica Carmelo el dueño del taller, pues vamos tirando, pero ¿y cuando no podemos trabajar por una enfermedad, por ejemplo? ¿Cómo cubrimos la parte más importante de un taller? ¿Cómo nos cubrimos a nosotros mismos? Porque está claro que somos la parte clave de nuestra empresa, de nuestro taller.
Seguro que hemos pensado y cubierto alguno, espero que todos, de estos supuestos: contratamos un seguro de impagos, un seguro del local, tenemos convenio colectivo, incluso una RC. Pero, ¿estamos asegurados nosotros personalmente? Vamos que, de no ser así, tenemos cubierto todo menos la parte fundamental, a nosotros mismos.
No, no somos superhéroes, somos romanos que en la batalla diaria podemos resultar heridos, a veces de gravedad, y cuando se cae herido en acto de servicio, no se trabaja, no se reparan los coches de los clientes, no se produce y no se generan ingresos, y entonces no vendrá un superhéroe con capa a pagar las facturas y los impuestos y todo los demás que hay que pagar religiosa o ateamente. Los pagaremos nosotros, los romanos, heridos o no. Porque hay que ver qué caro y escaso esta hoy en día el kilo de superpoder.
Gracias por leerme.
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