La eficiencia en el taller es cuestión de ritmo
De latido. Porque los talleres de coches tienen corazón. Y no me refiero a su versión más sentimental, que también la hay, sino a la estrictamente “biomecánica”. A la que tiene que ver con el ritmo al que se mueven las piezas de la máquina de producir reparaciones que es, en nuestro caso, un taller. A las pulsaciones por minuto de su proceso de producción.
El corazón del taller es un órgano directamente conectado con el cuadro de mando del gerente. Con el ámbito de la gestión del negocio donde se monitorizan los “KPIs” relativos a la eficiencia. Allí donde la productividad de cada uno de los recursos disponibles, de su organización para funcionar a una determinada velocidad, determina que el taller sea más o menos rentable. Desde este punto de vista, los talleres tienen una específica frecuencia cardiaca, un corazón que late a un ritmo muy concreto y que marca el compás del proceso de producción. De manera que, para una misma intervención, un repintado completo de un vehículo, por ejemplo, puede hacer que éste permanezca en las instalaciones del taller 5 o 10 días. La misma intervención, el doble de tiempo y una enorme diferencia en cuanto a eficiencia, productividad y… beneficio.
¿Conoce el gerente del taller cuál es el ritmo de proceso de su negocio?
Es la primera cuestión a la que debe dar respuesta el responsable de una empresa de reparación de vehículos. Sin ese conocimiento, difícilmente podrá hacer nada para optimizar la “frecuencia cardiaca” a la que debe latir el taller para obtener el máximo beneficio de cada orden de trabajo. Ese “ritmo de proceso” –conocido en la terminología más técnica como “takt time”- es clave para dimensionar adecuadamente los recursos necesarios –de personal, equipamiento y productos- para poder cumplir el objetivo de producción que nos hayamos fijado.
¿Conoce el gerente del taller las limitaciones de su proceso de producción?
Es la segunda cuestión a la que el “ejecutivo” de la empresa reparadora debe enfrentarse para una adecuada gestión y modulación del “ritmo de proceso”. Saber cuáles son las limitaciones del proceso le permitirá adaptar los recursos y optimizarlos. Todo responsable de taller interesado en alcanzar la eficiencia ajustando el “takt time” de su negocio debe prestar la máxima atención a una seria muy concreta de aspectos. Entre otros, estos:
- El tiempo disponible de uso de la cabina.
- El tiempo de ciclo de cabina –teniendo en cuenta que un ciclo convencional puede consumir entre 1 hora y 30 o 45 minutos. La elección de productos adecuados puede reducir los tiempos de secado y de manipulación de la pieza, prácticamente de forma inmediata y pasar a la fase de montaje de forma diligente y hacer la entrega del vehículo mucho antes.
- La estandarización de las tareas del puesto de trabajo, lo que redunda en una reducción de los errores.
- La organización de los productivos por equipos, con el aporte de valor en términos de eficiencia que implican conceptos como los de la corresponsabilidad y las dinámicas de cooperación.
- La orientación a proceso y no a la eficiencia individual exclusivamente.
- El enfoque de la organización del proceso productivo a un sistema PULL –de empuje y presión; de proactividad- frente a un planteamiento PUSH –más reactivo- con el propósito de evitar cuellos de botella y aumentar el tiempo de estancia del vehículo de forma innecesaria.
El gerente del taller es un director de orquesta. Tiene la responsabilidad de que la empresa suene bien. De que cada instrumento brille por sí mismo y en armonía con los demás. Y de que todos juntos lo hagan al ritmo adecuado, al compás que más gusta al auditorio, en nuestro caso a los clientes. ¿Te has preguntado alguna vez cómo suena tu taller? ¿A qué ritmo late su corazón? Mi sugerencia, dedícale, un ratito a pensar en tu “ritmo de proceso”, en tu “takt time”. ¡Y que no pare la música!
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