Nissan debe ser la última
Benito Tesier, en calidad de presidente del Clúster de Automoción de Aragón (CAAR), reflexiona sobre la salida de la marca japonesa de España y la necesidad de acelerar los procesos y las políticas, con el apoyo de las administraciones, para no perder ninguna otra fábrica.
Nissan ha anunciado el cierre en el mes de diciembre de sus tres centros productivos de Barcelona, una medida que afectará a más de 3.000 empleos directos y cerca de 20.000 indirectos y que supone una dura noticia para un sector clave para el país como es la automoción: que emplea a 500.000 personas, supone el 10% del PIB y es el primero en aportación a la balanza comercial con más de 14.000 millones de superávit en 2019. Pero es también un golpe a mayor escala porque supone que geoestratégicamente Nissan se vaya de la Unión Europea, con las afecciones que esto puede provocar en el mercado.
El cierre de Nissan debe ser el factor que dispare las alarmas para acelerar los procesos y las políticas referidas al sector. España, el hub de la automoción del sur de Europa, y su economía no pueden permitirse perder posición competitiva. Y para ello, necesitamos un apoyo decidido de las administraciones.
En el sector hemos hecho los deberes. Mientras el Covid-19 paralizaba casi por completo nuestras fábricas de primer equipo y de componentes, las asociaciones de la automoción hemos concentrado nuestros esfuerzos en preparar un arranque que permitiera retomar el pulso en el nuevo escenario. En esa travesía, que desconocemos cuánto durará, Anfac (fabricantes de automóviles), Sernauto (proveedores), Faconauto (concesionarios) y Ganvam (distribución y reparación) hemos elaborado conjuntamente un plan para reactivar el sector con acciones a corto plazo para garantizar la viabilidad y el empleo y medidas coyunturales y de choque, que generarán un doble impacto de recuperación del mercado y de la actividad industrial.
A corto plazo, consideramos que lo prioritario es reactivar la demanda, recuperar los niveles de venta (con el efecto positivo que tendrá en recaudación fiscal, menores emisiones de CO2 y mayor seguridad), así como asegurar la liquidez del tejido empresarial del sector. A medio plazo, el plan del sector propone abordar un cambio en la fiscalidad del automóvil y llevar a cabo medidas para el impulso de la inversión y la Industria 4.0. Y así se trasladó al Gobierno central a principios de este mes.
Toca posicionarse y trasladar seguridad a las empresas para seguir apostando por nuestro país. Y el reloj corre en nuestra contra porque otros países de Europa en los que la automoción supone también una locomotora económica ya han comenzado a presentar sus planes de choque para dar oxígeno a la industria. Nuestra vecina Francia, con 8.000 millones de euros para incentivar la venta y la industrialización es solo un ejemplo.
En este nuevo escenario, también será importante la competitividad territorial: los ecosistemas regionales deberán ser capaces de anticiparse y adaptarse a los cambios. En Aragón, contamos con un fabricante de vehículos líder, una industria auxiliar muy competitiva, centros tecnológicos y universidades con una valiosa experiencia, un complejo único como Motorland... Tenemos que poner en valor todo este ecosistema, elaborar un cuaderno de venta del sector y un plan estratégico que nos marque el camino a seguir, las infraestructuras de las que debemos dotarnos y las empresas que tenemos que atraer para seguir manteniendo nuestro papel de liderazgo en la nueva movilidad.
En la anterior crisis de 2008, el esfuerzo de todo el sector y el apoyo del Gobierno a través del plan de competitividad (800M€ para apoyar las inversiones del sector) y los planes PIVE, permitieron mantener toda la actividad industrial y comercial en España; hemos perdido la primera gran fábrica: no nos podemos permitir el lujo de perder la segunda.