Adaptando los talleres al futuro eléctrico
James Lett, técnico en Autodata, reflexiona sobre los desafíos que presenta la electromovilidad para la posventa.
Según ACEA, España se encuentra entre los países con menos coches eléctricos en circulación en Europa. Sumando híbridos y eléctricos, el 12 % de los vehículos vendidos en nuestro país en 2023 entraron en esta categoría, frente a Noruega, donde más del 80 % de los vehículos vendidos el año pasado.
Aunque las cifras crecen despacio en nuestro país, la perspectiva es positiva. Sin embargo la velocidad no es la deseada, sobre todo, por la escasez de cargadores públicos, pero también debido a la falta de preparación específica de los talleres de reparación y mantenimiento –tanto en lo que a profesionales especializados en el manejo de baterías de alto voltaje como a tecnología propia se refiere-, y a las inquietudes propias de los potenciales compradores.
Esta situación no solo afecta al mercado de vehículos nuevos, sino también al de segunda mano de este segmento, que está creciendo en similar proporción. Y cuanto más antiguo sea el vehículo, más necesidad de pasar por el taller tendrá, por lo que es imprescindible que los servicios de posventa se adapten lo antes posible para poder dar respuesta a los clientes.
No hay los suficientes profesionales formados
El primer desafío, tal vez el más importante, lo encontramos en la brecha laboral. A la falta tradicional de profesionales se une ahora la escasez de formación reglada específica para resolver las averías de los vehículos eléctricos. Es imperativo que las Administraciones Públicas aborden este problema como parte de las estrategias de impulso de los vehículos eléctricos. Precisamente, debido a la falta de personal, también se hace complicado que los trabajadores empleen parte de su tiempo en formación adicional, por lo que una buena opción sería invertir en herramientas de software que puedan estar disponibles en cualquier momento y al alcance de cualquier profesional.
Por otro lado, las reparaciones de un vehículo eléctrico pueden suponer también un reto estructural para los talleres más pequeños debido a la necesidad de contar con más equipamientos tecnológicos para reparar cualquier avería que cuando se trata de motores de combustión. El coste de estos equipos puede suponer también un bloqueo, sobre todo porque el mercado del diésel y de la gasolina sigue siendo muy grande como para invertir en tecnologías nuevas que supondrán aún un negocio muy pequeño. Pero, precisamente por eso, es el momento de invertir en recursos que ofrezcan la información necesaria con herramientas específicas que expliquen cómo responder a las necesidades de cada modelo.
En cualquier caso, la responsabilidad del cambio no debe recaer solamente en el taller. Debe ser un proceso colectivo en el que participe el Gobierno –a través del Ministerio de Educación, Formación Profesional y Deporte- las asociaciones de la industria y los propios talleres, que serán los más beneficiados para poder ofrecer un servicio eficiente, seguro y de calidad a sus clientes.
No hay comentarios