El taller legal, a hacerse valer
Muy fea ha tenido que estar la situación en Córdoba para que su asociación de talleres (Atradeco) se haya reunido con destacados recambistas de la provincia (Grupo Peña, Repuestos El Puri y Varona Recambios) con el fin de “articular maneras para distinguir entre talleres legales y no regularizados” y de asegurar de algún modo el diferencial de las condiciones de venta al usuario final respecto a las de sus clientes profesionales.
La respuesta de estos distribuidores, elegidos como interlocutores por su peso en el mercado cordobés, y reflejada por escrito, ha sido muy satisfactoria; hay que felicitarles por ello. En el caso de Grupo Peña, incluso, su respuesta fue un poco más lejos al aumentar a 1.000 euros la indemnización a talleres (antes era de 600 euros) que les presenten facturas emitidas por el distribuidor a particulares con las mismas condiciones que al profesional.
No cabe otra. El taller legal, con el respaldo de las patronales que le representan, debe hacerse valer. Ser competitivo en el mercado ha de ser compatible con pagar impuestos y cumplir la normativa vigente. Antes que yo, este argumento centraba la reflexión de Carlos Azofra en su último post en El Club de la Posventa. En la equilibrada relación taller-recambista se asienta una parte fundamental del correcto funcionamiento del sector de la reparación de vehículos. Por esa cercanía e interés mutuo, están obligados a colaborar y combatir situaciones que erosionan su vinculación y distorsionan a su vez la forma de hacer negocios.
El recambista tiene libertad para vender a quien quiera, dentro del marco legal establecido, pero asumiendo riesgos. Su cliente tradicional y más numeroso es el taller (legal, repito). Si le pide fidelidad y continuidad en las compras, no puede equiparar en condiciones a quienes ejercen una competencia fraudulenta saltándose la legalidad vigente. La tentación crece ante la proliferación de “negocios” que con la crisis han encontrado el caldo de cultivo idóneo para su expansión. "Talleres" que pueden ayudar a compensar ventas perdidas por el cierre y el descenso de actividad de muchas empresas ajustadas a la legalidad.
Recambista de confianza
El taller también tiene su cuota de responsabilidad en esta cuestión. La elección de proveedor y de las piezas que monta en las reparaciones no puede regirse por continuos y arbitrarios cambios de criterio, en busca siempre del mejor precio o la última oportunidad. La confianza en el distribuidor y en la calidad del recambio que le suministra (junto con su precio y el servicio) se antojan más que nunca básicos para afianzar esos lazos profesionales y combatir juntos y más eficazmente las amenazas del mercado, entre ellas ese intrusismo cada vez más extendido para reparar los coches.
Otra cuestión diferente es la venta al usuario final por parte del recambista tradicional. En la mayoría de los casos, el taller (tanto el legal como el que no lo es, si a éste le vende el distribuidor) termina montando esas piezas, aunque sean intervenciones sin el margen comercial del recambio para el reparador. Los usuarios van conociendo nuevos cauces para comprar por sí mismos piezas (en su mayoría de desgaste y mantenimiento, aunque se empieza a abrir el abanico de productos) cuya prescripción ha hecho siempre el profesional del taller. Con precios atractivos, sobre todo a través de portales especializados en Internet. Y esa información la utilizan si acuden a una tienda física.
Hasta ahora, el automovilista era bien recibido en casa del distribuidor del recambio: paga al contado y deja un mayor margen por operación. Se comprende. Conozco tiendas de grandes empresas del sector de la distribución que tienen incluso áreas perfectamente acotadas y diferenciadas para atender al profesional o al particular. Pero de ahí a que los usuarios obtengan condiciones comerciales parecidas a las del taller va un largo trecho. Cuando la necesidad de facturar aprieta y ese tipo de cliente también, rebajar condiciones y acercarlas a las de sus cliente profesional constituye una salida abocada al conflicto. Así que no me extraña nada que los talleres de Córdoba hayan expuesto sus reivindicaciones a sus recambistas. Y chapeau por su respuesta. ¿Sabéis si esta situación se está produciendo en otras zonas de España?