Un taller de chapa y pintura en la tele
Tenía curiosidad por ver el programa de televisión “Negocios al límite”, que iba a hacer de un taller de chapa y pintura el protagonista de una de sus emisiones. En prime time nada menos (21,30 horas), en domingo y en una cadena generalista como Cuatro. Menudo espectáculo. Como para perdérselo... Reconozco que no soy asiduo espectador de este tipo de programas, y que difícilmente lo habría visto si en vez de un taller apareciese otro tipo de negocios.
El formato reality show gustará a unos más que a otros, aunque estoy convencido de acertar si digo que fue mayoría la audiencia que disfrutó con las peripecias de un taller al límite. Y propició además la participación en directo de algunos espectadores a través de Twitter. Con el hashtag #AlLimiteTalleres, conocidos tuiteros de posventa aportaron y compartieron sus opiniones en directo, cada uno desde el salón de su casa y todos con la vista puesta en el televisor. Histórico.
Terminado el programa, lo que me rondaba por la cabeza era saber qué habría sido deNenauto y de los protagonistas de la historia. Comprobar realmente si el publicitado propósito de “Negocios al límite”, salvar a un empresa en graves apuros, en este caso con más motivo por ser un taller, había sido alcanzado (aunque el verdadero fin de la cadena es generar audiencia y hacer caja por la publicidad). Lógico, por otra parte.
Quería hablar con el dueño de ese taller, ese jefe gritón, exigente con su hijo y peleado con su plantilla, que no sabía reconocer ni sus limitaciones ni sus errores. Una vez contactado, Antonio Hernández, que así se llama, fue todo amabilidad. Me dijo que era asiduo seguidor de infotaller.tv. Le pregunté si la experiencia le había servido para reflotar el taller y me contestó que había traspasado el negocio a finales del año pasado. Que de su equipo sólo quedaba su hijo Cristian. Sus dos operarios se marcharon al poco tiempo de la grabación. Y su mujer se fue con él cuando dejó Nenauto.
Me contó que esperaba que la publicidad que generaría el programa impulsaría la actividad del taller. Vana esperanza, ya que se emitió cinco meses después de su rodaje, cuando ya había arrojado la toalla y dejado el negocio en manos de otro. No pudo o no supo aplicar las enseñanzas recibidas, con las impagables lecciones de Ángel Madroño, gerente de Centro del Automóvil Pedro Madroño, sin duda lo que más me gustó de este episodio de “Negocios al límite”. Y reconoce que el guión del programa buscaba exagerar los defectos y problemas del taller. Una experiencia, en fin, que no le pareció nada gratificante a quien aspiraba a una gloria que la realidad de los hechos ha sepultado. A pesar de las llamadas de elogio recibidas de amigos y conocidos.
Demos tiempo al “nuevo” Nenauto. Un taller que siempre podrá presumir de haber ‘chupado’ cámara, dicho con todo cariño, para mostrar desesperación por su precaria salud empresarial y valentía para sacar del pozo un negocio amenazado de ruina. Y que hizo que en la tele se hablara de chapa y pintura un domingo por la noche. Aunque sólo fuera por eso, ya mereció la pena.
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