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Pierden los talleres conformistas

Pierden los talleres conformistas
Pierden los talleres conformistas
Angel Palacios

25 de septiembre 2009 - 20:17

El taller no es inmune a la recesión económica. En un mercado que siempre impone su ley, el del mantenimiento y reparación de vehículos no iba a ser una excepción. El descenso de la actividad económica también afecta al taller, aunque en menor grado que a otros sectores de la automoción.

Si se compara con quienes fabrican y venden coches, por ejemplo, la situación de las empresas de reparación ante la crisis revela una dinámica más positiva, con una caída de la actividad y de la demanda mucho menos acusada.

El bolsillo de los automovilistas no está para grandes dispendios, y la adquisición de coche nuevo tiende a demorarse, lo que representa una oportunidad para los talleres. El envejecimiento del parque por el contundente descenso de las matriculaciones debe contribuir a elevar la demanda en el mercado de la reparación, aunque se acabaron los tiempos de bonanza, al menos por una temporada, sobre todo para especialidades ligadas a la personalización del coche (malas expectativas para el tuning, por citar un ejemplo significativo).

En un entorno económico desfavorable, la supervivencia de todos los operadores actuales del mercado no está ni mucho menos asegurada. Con un parque de talleres sobredimensionado en número, si lo ponemos en relación con el parque automovilístico en España y lo comparamos con los países más avanzados de Europa, el temor al cierre de talleres va en aumento. El riesgo es mayor en las redes marquistas. Los talleres de los concesionarios, principales damnificados por la caída de las ventas de coches nuevos, se ven más amenazados al formar parte de unas estructuras empresariales más complejas por tamaño y diversificación.

La posventa en las redes oficiales de las marcas afronta un período especialmente convulso, que exige de la implantación de estrategias audaces para atraer a unos usuarios más sensibles al precio y, en principio, más reacios a acudir al concesionario para las operaciones de reparación, percibidas como más caras que las realizadas por sus colegas multimarca.

Por su parte, el taller independiente se está aprovechando ya de ese nuevo ‘excedente’ de clientes que ante las estrecheces económicas empieza a valorar otras alternativas diferentes a las que ofrecen las redes marquistas. Pero que nadie baje la guardia. La crisis acelera los cambios en el mercado y en las empresas, obliga a tomar decisiones dolorosas (talleres con menos empleados, es decir, más paro en el sector) y limita la modernización del sector, al frenar el acceso de los reparadores a nuevo y más avanzado equipamiento. Las restricciones crediticias obligan a las empresas del sector a vivir prácticamente al día. Las grandes inversiones, necesarias para evolucionar y hacer crecer el negocio, se encuentran paralizadas, a la espera de épocas más boyantes.

La gestión austera y el control exhaustivo de gastos no deben constituir, sin embargo, las únicas recetas para afrontar la situación. Triunfarán los talleres que sepan diferenciarse, que sean más activos en la búsqueda de nuevos clientes y no se dejen vencer por el pensamiento perverso de que la dimensión de la crisis es tal que ninguna medida puede variar el rumbo negativo de su empresa. Pierden quienes se conforman. Aunque forzado por la coyuntura, el cambio se antoja, más que nunca, imprescindible.

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