Los talleres no tenemos abuela, pero tenemos que hacernos valer
Llevo algo de tiempo sintiendo en el ambiente un menosprecio hacia los talleres. Parece que los talleres seamos los culpables de todos los males, desde la crisis hasta la subida del petróleo.
En este ambiente tan surrealista han empezado a salir cual champiñones por el campo todo tipo de expertos que se atreven a dar todo tipo de consejos u opiniones sobre nuestro trabajo. Eso sí, a pocos de ellos he visto con las manos manchadas o con la gota de sudor cayéndole por la espalda a las tres de la tarde intentando coordinar a un equipo de chapistas, pintores y mecánicos, con sus respectivos coches.
Unos dicen que somos lentos, que tardamos mucho en reparar los coches, pero desconocen cuál es el proceso y no se molestan en conocerlo. Otros que somos caros, porque no somos eficientes, que nuestro coste medio es muy alto, pero no saben o no quieren saber que nuestro beneficio, cuando lo hay, es para pagar nuestras deudas que son muchas. Algunos creen que saben de nosotros más que nosotros mismos, hasta ahí llega su ignorancia. La calidad se da por supuesta, pero nada más lejos de la realidad. Hay tantas calidades como flores en el campo. Hemos sido malos y ahora nos toca el castigo, ni idea y ni caso. Los de siempre dicen que podemos reparar cosas irreparables, que el pegamento hace milagros y que donde pone cinco ellos siempre ven dos, aunque saben que se necesitan cinco.
Pero, ¿alguien ha pensado qué pasaría si no hubiesen talleres?. Llegas tarde a trabajar, bajas corriendo las escaleras, metes la llave y tu coche no arranca. Bajas de tu jet privado, tu limusina te espera a pie de pista, sale humo, radiador roto, a caminar. Flamante con tu coche nuevo, sacas el morro y te hacen el coche más corto, al desguace, nadie lo arregla. Infinidad de situaciones y muchas no tan insignificantes, pensemos en ambulancias, policías, militares, etc. El mundo está hecho para el automóvil, para muchas personas es un bien de primera necesidad. Puede parecer arrogante pero los talleres somos indispensables.
Claro que hay talleres buenos, malos y regulares, como en todos los sectores. Aunque yo pienso que predominan los buenos. Amamos nuestro trabajo, un trabajo extraordinariamente difícil, un oficio que requiere de muchos años para ser un auténtico profesional, pero cuando lo consigues haces verdaderos milagros. Conozco pocas profesiones en las que se consiga hacer una transformación tan importante y tan bien hecha. Luego está coordinar todo esto, recambios, chapa, pintura, mecánica y entregarlo el día y la hora que tu cliente lo necesita. ¿Aún pensáis que esto lo hace cualquiera?. Sólo el desconocimiento alimenta la ignorancia y a su vez las ganas de dar consejos.
Muchos días antes de cerrar el taller a las diez de la noche, cuando todos se han ido, me quedo en silencio viendo todos los coches y visualizando la forma de arreglarlos, se me ponen los pelos de punta pensando que ayudo a otras personas a que tengan un día a día más feliz.
¿Todavía piensas que no eres especial?