Buen taller, mal taller. Cuestión de personas
Muchas cosas han cambiado en estos últimos años y no han sido meros maquillajes, cambios profundos, del blanco al negro. La relación con los clientes es un buen ejemplo. Hemos pasado de obligarles a acoplarse a nuestra oferta a luchar por satisfacer sus demandas. Se han modificado procesos y nos ha tocado aprender a gestionar nuestra empresa a marchas forzadas. Pero algo sigue siendo como antes, es más cobra mucho más valor: "el éxito o el fracaso de un taller depende de las personas que trabajan en él".En estos momentos de incertidumbre y pesimismo, nuestra obligación es conseguir que nuestro equipo esté más unido que nunca. Sin buenas personas dentro de un equipo no llegaremos a ningún sitio.
Siempre he defendido la claridad absoluta y la información a raudales en lo que respecta a mis compañeros, y mis disgustos me ha costado. Los primeros que deben saber la realidad son ellos, sea buena o mala. Tienen que saber en qué entorno se mueven y cuál es la situación, para así poder poner todos sus esfuerzos en tirar en la misma dirección que el resto del grupo.
Y yo a mi equipo le exijo mucho, pero a cambio les doy mucho. Intento transmitir confianza, certidumbre, transparencia y responsabilidad. Les exigí un cambio de actitud, demandado por el propio cliente, mucho esfuerzo y trabajar mejor que nunca. Solo si mantenemos esa balanza en equilibrio podremos conseguir nuestro objetivo.
Mi responsabilidad es conseguirles el mayor trabajo posible, intentar tener el taller lo más lleno que pueda, pero solo ellos con su trabajo pueden conseguir que ese cliente que ha confiado en nosotros una vez lo siga haciendo al ver si vehículo terminado.
Cada persona debe asumir su responsabilidad, pero para ello debe saber que es lo que la empresa quiere de él. A cada uno de mis compañeros les informo de cuantas horas venden al mes, cuantos coches han reparado, que material auxiliar han utilizado, cuántas repeticiones han tenido, su retorno de vehículos, cuál es su media de consumo de pintura, etc., sobre ello comentamos, le felicito por sus buenos números y le ayudo a mejorar lo que necesite. Desde ese momento solo él es dueño de su futuro y decidirá la huella que quiera dejar en Auto Carrascosa. Ya sabemos cuál es la responsabilidad de cada uno, ahora a trabajar.
He estado varios años realizando formación en la Universidad de Alicante, todo relacionado con la gestión de empresas. Llegado el momento de los recursos humanos, siempre me mordía la lengua por hacer una pregunta, ¿Que hago con ese compañero, con el que he intentado todo y no consigo que cambie de actitud o que como poco admita otros puntos de vista? Ese que tiene una coraza, que no te deja ver más allá de su camiseta, que admites ante él que puedes estar equivocado, pero él nunca lo está, que pone en duda algo que funciona para diez pero para uno no y que ha agotado todos mis recursos. Pues bien, un día en el que comentaban que todo el mundo tiene un talento para algo y que solo es necesario descubrirlo y sacarlo, a mi gran profesor Faus le hice esa pregunta que llevaba en mi cabeza tanto tiempo, y su respuesta fue sencilla, "Joaquín, tú tienes que luchar por las personas que quieren estar en tu organización y tratarlas como reyes, pero al que no quiere estar sólo le queda un camino, terminar la relación".Y tú, ¿has cambiado algo en la relación con tus compañeros?